Repensar
(24to Domingo Ordinario: Isaías 50:5-9; Santiago 2:14-18; Marcos 8:27-35)
Si ya has leído las lecturas de hoy, tenemos un acertijo para ti. ¿Cuántas partes del cuerpo puedes recordar que hayan sido mencionadas en la primera lectura y en el Salmo? Retomaremos este punto más adelante.
En el Evangelio, después de haber escuchado los rumores que circulaban acerca de él, Jesús pregunta a sus discípulos, Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?”. Pedro responde por todos, “Tu eres el Mesías”, es decir: el Cristo, el Ungido. Este es un momento clave en sus vidas. Desde ahora Jesús tiene que prepararlos para lo que se viene. Él está a punto de comenzar su último viaje a Jerusalén, y les dice que tienen que repensar sus ideas mesiánicas.
¡Pedro se sorprende! Su reacción, aunque equivocada, es comprensible. Palabras como “sufrir... ser rechazado... ser condenado a muerte” no van con la descripción del “Mesías”. Jesús podría haber añadido: “Ofreceré mi espalda a los que me golpeen y mis mejillas, a los que me arranquen la barba, no retiraré mi rostro cuando me ultrajen y escupan”, parafraseando a Isaías.
María en La Salette entre lágrimas nos ofrece una respuesta a la pregunta de Jesús. Él es su Hijo, que es el Cristo, el Ungido, el Mesías. Sin embargo, el gran crucifijo, acompañado del martillo y la tenaza, nos lo muestra no en la majestad de su poderío sino en la imagen golpeada y resquebrajada del amor redentor.
El texto de Isaías para hoy nos invita a revisar nuestro entendimiento acerca del sufrimiento y de la humillación. Sin importar lo que tengamos que enfrentar como cristianos, también podemos decir, “El Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido”.
Volviendo al acertijo que dio inicio a esta reflexión, la respuesta es seis: oído, espalda, mejilla, rostro, ojos y pies. En la Biblia, las partes del cuerpo son con frecuencia una forma poética de decir “yo”, ej. “mis ojos han visto”.
Santiago les dice a sus lectores que hay que mirar con otros ojos el significado de la fe. Es algo a la vez interno y externo. “por medio de las obras, te demostraré mi fe”, escribe. Un poema atribuido a Santa Teresa de Ávila lo presenta así: “Cristo no tiene cuerpo, sino el tuyo... Tuyas son las manos, tuyos son los pies, tuyos son los ojos, eres tú Su cuerpo. Usémoslos con fe valiente, que por medio de nuestras obras otros puedan llegar a conocer a Cristo y puedan regocijarse en su ilimitada misericordia.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.
¡Ábrete!
(23er Domingo Ordinario: Isaías 35:4-7; Santiago 2:1-5; Marcos 7:31-37)
Los textos que la Iglesia pone hoy a nuestra disposición pueden parecer de algún modo menos desafiantes o estimulantes que lo normal. Por otro lado, las conexiones con La Salette con estas lecturas son abundantes y fértiles.
En Isaías: “Digan a los que están desalentados: ¡Sean fuertes, no teman... Brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa”. Oímos las primeras palabras de la Bella Señora a Melania y Maximino. Vemos la fuente milagrosa.
En el Salmo: “El Señor de Jacob… da pan a los hambrientos... y entorpece el camino de los malvados”. Nos acordamos de la promesa de abundancia que hace María si su pueblo toma en serio sus palabras… y de su temor por las calamidades venideras si no lo hacen.
En Santiago: “No hagan acepción de personas... ¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo?” La familia de Maximino distaba mucho de ser rica; y Melania era desesperadamente pobre.
En el Evangelio, la apertura de los oídos del hombre sordo puede verse en las palabras que María dirigió a los niños hablándoles en su propio dialecto cuando se dio cuenta de que no entendían el francés; y la soltura de la lengua de aquel hombre se ve reflejada en las sorprendentes respuestas que estos niños sin instrucción dieron al ser interrogados.
De hecho, aquel “¡Efatá!, ¡Ábrete!” es central en el mensaje de La Salette. La Santísima Virgen vino a abrir los ojos de su pueblo a la realidad del pecado y del sufrimiento, los oídos a la Palabra de Dios, las mentes y la imaginación a nuevas posibilidades.
Sobre todo, ella quiso abrir los corazones de su pueblo al amor de Dios manifestado en Cristo Crucificado y en la Eucaristía. Esto se refleja en la primera frase del Salmo Responsorial: “El Señor mantiene su fidelidad para siempre”.
La Salette es una invitación a mantener la fe, puesto que “¡Dios mismo viene a salvarlos!” Respondemos con oración y respeto. Inevitablemente esto también significa mantener la fidelidad a los demás, por medio de la reconciliación si es necesario, o por medio de acercarnos a los demás en sus necesidades, sean estas materiales o espirituales.
El mensaje de María acerca de mantener la fidelidad abarca todas las épocas y es relevante para todas las edades y grupos—en pocas palabras, para todo su pueblo.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.
Así ustedes vivirán
(22do Domingo Ordinario: Deuteronomio 4:1-8; Santiago 1:17-27; Marcos 7:1-23)
¿Cuándo fue la última vez que alguien te dijo, “¡Ustedes católicos son un pueblo sabio y prudente! ¿Quién más tiene preceptos y costumbres tan justas como esta Ley de ustedes? Probablemente nunca.
Sin embargo, en la primera lectura, Moisés anticipa que las otras naciones quedarán impresionadas con las leyes y los estatutos que Dios le dio a su pueblo. Le pide a su pueblo que “escuche los preceptos y las leyes que yo les enseño para que las pongan en práctica. Así ustedes vivirán”. En otras palabras, la Ley, lejos de ser una carga pesada, es un don maravilloso. Un don que los hará capaces, en las palabras del Salmo de hoy, de proceder rectamente y practicar la justicia.
¿Por qué entonces, en el Evangelio de hoy, Jesús es tan crítico con los fariseos y los escribas, tan cumplidores de la ley? Porque en ellos se vio cumplida una profecía: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”. (Isaías 29:13)
De aquellos a quienes María llamó “mi pueblo” en La Salette, muchos ni siquiera reunían los mínimos requisitos propios de su fe. Ella les dijo, entre lágrimas, cuánto tuvo que rogarle a su hijo por ellos. Ella les suplicó que observaran la Ley, no con un espíritu legalista, sino para su propio bien. Ella no quería que Jesús los abandonara en el hambre y en la muerte. Ella vino para que tengan vida.
Mucha gente está dispuesta a obedecer las leyes de su país. Pero cuando se trata de la moral cristiana y del dogma, es sorprendentemente fácil “dejar de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”. Nos olvidamos del mandato “No añadan (como los fariseos) ni quiten nada (como estamos inclinados a hacer) de lo que yo les ordeno”.
Los israelitas no observaban la Ley perfectamente. Tampoco nosotros. A menudo nos quedamos cortos cumpliendo el plan de Dios para nosotros. Confiando en su misericordia, lo intentamos de nuevo. Esto es primordial para el mensaje de la reconciliación, el llamado a volver al espíritu y a la práctica de nuestra fe católica.
Santiago escribe, “Reciban con docilidad la Palabra sembrada en ustedes, que es capaz de salvarlos. Pongan en práctica la Palabra y no se contenten sólo con oírla”. La docilidad es esencial en nuestra relación con la voluntad de Dios.
Dios conoce aquello que da vida. También la Bella Señora.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.
CONCERTO INTERNACIONAL DOS LEIGOS SALETINOS
Neste ano tão importante em que comemoramos o 175º Aniversário da Aparição da Bela Senhora, os Leigos Saletinos promovem um “Concerto Virtual em Ação de Graças” por este acontecimento. Este Concerto tem o objetivo de unir a Família Carismática Saletina num evento cultural sendo fonte de evangelização e difusão da Mensagem da Salette.
Qualquer membro da Família Carismática Saletina, leigo(a) ou religioso(a) que sinta o chamado e a inspiração para compor e interpretar uma canção dedicada à nossa Mãe Salette poderá participar, sendo Uma única canção por país. A canção, que deverá ser inédita, poderá ter sua composição baseada na história, no fato, nos personagens, na mensagem, ou na missão encomendada por Nossa Senhora quando de sua aparição em Salette. Também poderá ser a musicalização de uma oração ou parte dela.
Informações mais detalhadas poderão ser obtidas através do endereço: Este endereço de email está protegido contra piratas. Necessita ativar o JavaScript para o visualizar.
CONCERTO INTERNACIONAL DE LAICOS SALETENSES
En este año tan importante en el que conmemoramos el 175 Aniversario de la Aparición de la Bella Señora, los Laicos Saletenses promueven un “Concierto Virtual de Acción de Gracias” para este acontecimiento. Este Concierto tiene como objetivo unir a la Familia Carismática Saletense en un evento cultural siendo fuente de evangelización y difusión del Mensaje de La Salette.
Cualquier miembro de la Familia Carismática Saletense, laico o religioso que sienta el llamada e inspiración para escribir e interpretar una canción dedicada a nuestra Madre Salette podrá participar, siendo una sola canción por país. La canción, que debe ser inédita, puede tener su composición basada en la historia, el hecho, los personajes, el mensaje o la misión encargada por Nuestra Señora cuando apareció en La Salette. También puede ser la musicalización de una oración o parte de ella.
Informaciones más detalladas pueden ser obtenidas a través del siguiente correo electrónico: Este endereço de email está protegido contra piratas. Necessita ativar o JavaScript para o visualizar.
Cómo Servir al Señor, y Porqué
(21er Domingo Ordinario: Josué 24:1-18; Efesios 5:21-32; Juan 6:60-69)
¡Advertencia! Las lecturas de esta semana nos desafiarán de muchas maneras.
La última vez que nos topamos con estas lecturas (hace tres años), el título de la reflexión era ¿A quién vamos a servir? Todo apuntaba hacia una respuesta obvia – nosotros servimos al Señor. Para nosotros, ¡la decisión ya está tomada! Nosotros, como Josué, elegimos servir al Señor. ¡Grandioso! ¿Y ahora qué? A continuación viene el cómo.
¿Qué significa realmente servir al Señor? ¿Qué podemos hacer? Nuestra Señora de La Salette nos da una lista parcial. Oración diaria, Eucaristía semanal, la práctica anual de la Cuaresma, el respeto por el nombre del Señor.
La lista completa nos viene de las Escrituras y de las enseñanzas de la Iglesia, que también colocan frente a nosotros la importancia del amor al prójimo, por medio de las Obras de Misericordia Espirituales y Corporales.
Es así que estamos llamados a la oración, al amor, a la misericordia. Pero la manera de servir no termina con el cumplimiento de dichas cosas. Todo esto presupone dos actitudes fundamentales: sumisión y conversión, a las que siempre experimentamos como desafiantes.
Josué le dio a su pueblo algunas opciones. Dijo, “Elijan hoy a quién quieren servir”. Ese era el momento de la verdad para ellos. Dieron la respuesta correcta: “También nosotros serviremos al Señor, ya que Él es nuestro Dios”. ¿Era suficiente?
La verdadera manera de servir al Señor puede resumirse como sigue: Si yo quiero fiel, verdadera y honestamente servir al Señor, sólo puedo hacerlo si mi compromiso hacia él es totalmente incondicional. Pero, ¿cómo puedo estar seguro de ello?
La respuesta a esa pregunta nos acerca al por qué. Simón Pedro habló por los Apóstoles y, esperamos que también por nosotros, cuando dijo, “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”.
¡Que poderosa declaración de fe! ¿Es la nuestra también? ¿Realmente creemos que nuestra vida se vuelve vacía sin Cristo? ¿Estamos deseosos de aceptar su voluntad, y hasta subordinarnos los unos a los otros, por reverencia a él?
Los desafíos son muchos, pero aun así esperamos poder aclamar junto al salmista, “Mi alma se gloría en el Señor”.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.
Uma história para contar
Agosto 2021
Contar faz arder o coração
A arte de contar histórias existe desde o início da civilização humana. Contar histórias para educar e entreter é uma arte milenar presente em todas as culturas. As histórias moldaram as visões de mundo e os valores de cada civilização.
Não é por acaso que ainda hoje, muitos dos palestrantes motivacionais mais conhecidos continuam a enfatizar a relevância e a importância de saber como contar histórias como parte essencial de uma comunicação verbal eficaz e envolvente.
Todos nós, pelo menos uma vez, experimentamos o poder evocativo das “boas histórias”. As “boas histórias” prendem a nossa atenção, estimulam as nossas emoções e nossos sentimentos, ajudam-nos a recordar e, quando nos envolvem em primeira mão, acabamos por partilhá-las. Com razão, o poeta americano, romancista, dramaturgo, ensaísta e professor de inglês na Duke University, Edward Reynold Price (1 de fevereiro de 1933 - 20 de janeiro de 2011), afirmou que “o som da história é o som dominante em nossas vidas”.
As histórias permeiam toda a Bíblia e são a base do estilo de comunicação de Jesus. Quer ele caminhasse pelas ruas da Galileia com seus discípulos ou pregasse para multidões, Jesus de Nazaré pregava e compartilhava sua mensagem por meio da “arte da história”. Não é por acaso que Mateus nos lembra que contar histórias era a técnica favorita de Jesus ao falar para as multidões (ver Mt 13,34). Sim, Jesus parece ser um hábil contador de histórias. Curiosamente, quando perguntaram ao conhecido escritor americano Mark Taiwan quem era o maior contador de histórias da história, ele respondeu, Jesus de Nazaré.
Jesus não só fez grande uso da “arte da história” para falar do Pai e do Seu Reino, mas também usou uma linguagem simples e livre, chamando constantemente a atenção para as realidades comuns e cotidianas, como pássaros, flores, moedas perdidas e muitos outros objetos comuns com os quais as pessoas de seu tempo (sacerdotes, fariseus, doutores da lei, pescadores, agricultores etc.) podiam facilmente estabelecer relações.
Com suas histórias perspicazes, Jesus conseguiu captar a atenção de seu público, inspirar sua imaginação e comunicar uma mensagem convincente, capaz de transformar e mudar vidas inteiras. Com a sua “arte narrativa” Jesus soube revelar o rosto misericordioso do Pai e tocar os acordes mais profundos de quem o escutava. Portanto, não é por acaso que muitos dos que ouviram suas histórias decidiram segui-Lo, tornando-se parte de sua história. De geração em geração, seguindo o exemplo do Mestre, seus discípulos contaram, proclamaram e pregaram a Boa Nova, a história da bondade e da misericórdia de Deus encarnado em Jesus Cristo.
As últimas palavras de Jesus ao geraseno “Volta para casa, e conta quanto Deus te fez”. (Lc 8,39) encorajou o ex-possesso a ir embora e proclamar por toda a cidade o que Jesus fez por ele. Em La Salette, a “Bela Senhora” confiou aos dois pastorzinhos, Maximino e Melânia, a missão de contar a história do seu encontro com Ela. Esta história, como a do Filho, também foi transmitida de geração em geração. Ambas as histórias transformaram uma grande multidão de homens e mulheres. E nós, Missionários de Nossa Senhora de La Salette, somos os beneficiários de ambas as histórias: não para guardá-las egoisticamente, mas para contá-las e fazê-las ressoar na vida cotidiana dos irmãos e das irmãs que encontramos ao longo de nossa peregrinação terrena para a Jerusalém celeste. Hoje como ontem, a Igreja e o mundo precisam ouvir as duas histórias contadas. Tanto a Igreja como o mundo precisam ouvi-las ditas por aqueles que foram pessoalmente transformados, tanto pelo Filho como pela Mãe.
Maria fala sobre o seu Filho
Se aos videntes coube o dever de transmitir a gloriosa aparição aos moradores das cercanias de Corps, a preocupação de Maria, a mãe do divino redentor, é recordar à Igreja o seu dever de ser o mensageiro da Boa Nova da salvação. Por isso, o interessa da Senhora em lágrimas não é tanto a exaltação do seu nome, mesmo que ela mereça essa honra. A Mãe da Igreja vem lembrar-nos a submissão como premissa fundamental para merecermos as graças que o seu Filho nos legou mediante o seu rebaixamento à condição humana que culminou com o derramamento do seu sangue no madeiro da cruz.
A aparição de Maria em La Salette não é o fim em si mesmo; Maria pretende despertar a todos os batizados, começando por aqueles que têm maior responsabilidade na condução da Igreja, a urgência de anunciar a todos o mistério de seu Filho morto e ressuscitado. Ela não se coloca no centro da sua mensagem. O objetivo da sua gloriosa aparição, tal como fez nas bodas de Caná, é exigir a obediência a seu Filho: “fazei tudo o que ele vos disser” (Jo 2,5).
Em 2001, o Papa João Paulo II, na mensagem do dia Mundial das Missões, incentivou o Povo de Deus a colocar-se a caminho para levar a Evangelho de Jesus a todos os povos. Que história, portanto, a recontar? O crucifixo brilhante que Maria traz responde exatamente a essa pergunta, já que é o que mais atraía as atenções de Maximino e Melânia por causa da luz que emanava dela. Isso demostra e confirma o grito missionário de Paulo quando diz que “enquanto os os judeus pedem sinais, e os gregos buscam a sabedoria, nós pregamos a Cristo crucificado” (1 Cor 1,22-23). É esta mensagem-história a ser recontada até a última vinda de Cristo. Para que essa “grande aventura da evangelização” seja efetiva, João Paulo II propõe novos métodos, novos modelos e novos paradigmas. O importante dessa missão comum a todos é fazer com que a graça de Nosso Senhor Jesus Cristo se faça presente na vida dos irmãos.
Lembrar nos torna capazes de caminhar em direção do amanhã
Na sua última recomendação dirigida aos videntes de La Salette, repetida duas vezes em francês, Maria pediu-lhes que comunicassem “isso” a todo o seu povo (precisamente: “Eh bien, mes enfants, vous le ferez passer à tout mon peuple”). Esse “Isso” que foi veiculado por 175 anos está contido em todo o evento La Salette. Aqui os detalhes contam: o país onde ocorreu a aparição (França do século XIX); o local da aparição (uma aldeia nos Alpes); a hora (cerca de 15h00 no sábado, 19 de setembro de 1846); o tempo após as primeiras vésperas da festa litúrgica de Nossa Senhora das Dores (celebrada no terceiro domingo de setembro[1]); o vestido da Bela Senhora, inspirado no das camponesas da região de La Salette, e outros elementos do vestuário (o crucifixo com Jesus[2], a torquês e o martelo[3], as duas correntes[4], as rosas coloridas); depois a tristeza, o rosto escondido, as lágrimas, a maneira como Maria se comportava e se movia na presença das crianças. Mas também a própria Mensagem e as duas línguas, nas quais foi comunicada, a fonte que surgiu e esteve sempre ativa no lugar, onde o globo de luz apareceu com a pessoa de Nossa Senhora sentada dentro, e finalmente o fato de que os dois pastorzinhos receberam segredos, dos quais nem sequer conversaram entre si.
Todos esses elementos são conhecidos por nós. Falamos sobre isso em todas as ocasiões possíveis. Enquanto a basílica da Bem-aventurada Virgem Maria existir na montanha perto da aldeia de La Salette na França, e enquanto a Congregação dos Missionários de Nossa Senhora de La Salette existir, a continuidade e atualidade da Mensagem da Bela Senhora, comunicada a Melânia e Maximino será sempre em vigor.
A transmissão da história sobre este acontecimento supõe uma continuação até ao fim dos tempos, mas poderia ser terminada antes, se os homens se convertessem e com a sua conduta tornassem inútil o apelo da Senhora das Lagrimas à conversão e à penitência.
Os verdadeiros filhos espirituais de Nossa Senhora, certamente, consideram a conversão da humanidade aos caminhos da Vontade Divina mais relevante do que a existência da Basílica de Nossa Senhora de La Salette e da própria Congregação dos Missionários Saletinos.
Um elemento ainda não foi resolvido e é objeto de controvérsias desnecessárias: qual é a importância dos segredos confiados a Melânia e Maximino[5].
A entrega dos segredos constitui um elemento importante na transmissão da história do acontecimento em La Salette. Esses são a garantia de que o encontro teve caráter de mistério e, portanto, exige respeito. Não procuramos descobrir o seu conteúdo, mas ao relatar a Aparição sempre insinuamos a sua existência, reconhecendo humildemente a nossa ignorância sobre o seu conteúdo.
Flavio Gillio MS
Eusébio Kangupe MS
Karol Porczak MS
[1]A festa foi apresentada pela primeira vez pelos Servitas. A partir de 1667 começou a se espalhar em algumas dioceses. O Papa Pio VII (1800-1823) em 1814 estendeu-o a toda a Igreja e designou o terceiro domingo de setembro como o dia da festa. O então Papa Pio X (1903-1914) instituiu-o para 15 de setembro e nesta data é celebrada até hoje.
[2]É daquele crucifixo que saiu a luz que formava toda a figura de Maria, enquanto o próprio Jesus estava vivo na cruz, mas - como disseram as crianças - Ele agora estava em agonia. Ele ainda não tinha o ferimento no lado direito, aberto com a lança somente após sua morte.
[3]Esses instrumentos encontravam-se SOB os braços da cruz de Maria, e não SOBRE os braços, como está representado em nosso crucifixo missionário. Não se trata de um problema técnico relacionado à forma de consertá-los, mas seu posicionamento tem um valor simbólico.
[4]Uma grossa corrente com grandes anéis pendurada nos ombros da Bela Senhora, enquanto o menor segurava o crucifixo em Seu peito.
[5]Sabemos que nos comentários das crianças sobre a visão da Bela Senhora emergiu um pequeno incidente, que confirma o fato de que, ao ouvirem os segredos, as crianças não estavam em êxtase nem surdas. Quando Maximino ouviu atentamente a Bela Senhora, Melânia não a ouviu, mas naquele momento não deu mostras de tédio ou de impaciência. Ela esperou pacientemente, sem ouvir nenhuma voz. Depois os papéis inverteram-se: quando Melânia ouviu a Bela Senhora que lhe confiava os segredos, Maximino não ouviu a voz de Maria. Ele estava entediado e começou a atirar pedrinhas na direção da Senhora, acertando-a com um bastão. Se ele fosse surdo, teria notado imediatamente que as pedras não faziam barulho. Então, na frente de Melânia que o repreendeu, ele se justificou dizendo que nenhuma pedra tocou a Bela Senhora. Parece que Melânia, e também Maximino, ouvindo Maria, sempre estiveram bem atentos ao que se passava ao seu redor, não estavam em êxtase.
El Arca de la Alianza
(La Asunción: 1 Cron. 15:3-4,15-16 a 16:1-2; 1 Cor. 15:54-57; Lucas 11:27-28. NOTA: Estas lecturas son de la Misa de la Vigilia)
¡Este era un día de gran fiesta en Jerusalén! El Arca de la Alianza volvía a casa, según lo relata la primera lectura, “al lugar que David le había preparado”. Hoy celebramos a María, el Arca de la Nueva Alianza, al ser ascendida al lugar que el Padre le había preparado en el cielo.
Así como el Arca fabricada por Moisés era un gran signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo, así el vientre de la Virgen trajo al Hijo de Dios a habitar entre nosotros. En el Evangelio de hoy, una mujer de entre la multitud le gritó a Jesús, diciendo, “¡Feliz el seno que te llevó!” Ella era quizá la primera en cumplir la mismísima profecía de la Virgen, pronunciada en su Magníficat: “Desde ahora me felicitarán todas las generaciones”.
Es porque María fue asunta al cielo que tenemos su aparición en La Salette (entre otras). Su luminosidad como la Reina del Cielo, es la luz de Cristo que resplandece desde ella. Todo en la Aparición apunta a Cristo en último término. Aquí, también, ella es el Arca, trayendo a su hijo entre su pueblo una vez más.
En la Bella Señora resuena el eco de la respuesta de Jesús a la mujer del Evangelio, “Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”, en sus propias palabras, “Si se convierten”. Ella promete toda clase de bendiciones, y misericordia en abundancia.
La Asunción refleja las palabras de San Pablo en la segunda lectura, “La muerte ha sido vencida”. La Salette muestra la trágica conexión entre pecado y muerte, pero al mismo tiempo ofrece los medios para vencerlos. ¿De qué modo participamos de esta victoria? Un buen lugar para comenzar es observando los mandamientos preservados en tablas de piedra en el Arca de la Alianza original.
Si ya has estado en La Salette y participado de la procesión nocturna con velas, probablemente experimentaste un entusiasmo especial que acompaña el canto del Ángelus de La Salette al finalizar el ritual. Es como la orden que dio David a “los cantores, con instrumentos musicales, para que los hicieran resonar alegremente”.
Que nuestro amor por Nuestra Señora de La Salette sea siempre una fuente de regocijo en nuestros corazones.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.
Vida en Cristo, en Unidad
(19no Domingo Ordinario: 1 Reyes 19:4-8; Efesios 4:30-5:2; Juan 6:41-51)
Elías era un profeta poderoso y exitoso. Pero entonces, es extraño escucharlo en la primera lectura, deseando la muerte y exclamando, “¡Basta ya, Señor!”
No hay entre nosotros muchos que pedimos la muerte, pero a veces nuestra oración es: “¡Basta ya, Señor!” Puede parecernos que los tiempos en que vivimos son más difíciles para nosotros que para las generaciones anteriores; somos testigos de la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad.
¿Suena familiar esta lista? Debería, porque está tomada de la segunda lectura de hoy, escrita hace más de 1950 años. Siempre han existido actitudes y comportamientos que impiden a los cristianos tener una relación con Dios amorosa y llena de fe.
Es bastante malo cuando la negatividad se dirige contra los demás, a quienes percibimos como enemigos. Vemos esto en la murmuración de aquellos que desaprobaban la afirmación de Jesús de haber bajado del cielo.
Pero es peor cuando la amargura se enfoca en contra de Dios. María, en La Salette, habló de la falta de respeto por el nombre de su Hijo, y del abandono general de la práctica de la fe. Hasta Maximino y Melania tuvieron que admitir que casi nunca rezaban.
La oración es la solución. Dios escuchó la oración de Elías, no quitándole la vida sino dándole fortaleza. La oración privada es efectiva. La de la comunidad cristiana lo es aún más. Hoy en el Salmo escuchamos, “Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos”.
Cuando participamos juntos en la Eucaristía, y “gustamos y vemos qué bueno es el Señor”, no solamente nos escapamos, al menos por un rato, de la injuria y la malicia del mundo que nos rodea, sino que buscamos sanarnos de esas mismas faltas que hay en nosotros mismos. Entonces, como Elías, “fortalecido por ese alimento” podemos esperar cultivar una actitud comunitaria a nuestra vida de todos los días.
En este sentido, el mensaje de La Salette de conversión y reconciliación es una expresión de las palabras de San Pablo: “Traten de imitar a Dios, como hijos suyos muy queridos. Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros”.
Un ángel de Dios despertó a Elías y le proveyó de comida. La Bella Señora hizo despertar a su pueblo y lo condujo hacia el Pan de Vida, la carne de su Hijo, ofrecida “para la vida del mundo”. Sin él no podemos vivir verdaderamente.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.
Uma história para contar
Agosto 2021
Contar faz arder o coração
A arte de contar histórias existe desde o início da civilização humana. Contar histórias para educar e entreter é uma arte milenar presente em todas as culturas. As histórias moldaram as visões de mundo e os valores de cada civilização.
Não é por acaso que ainda hoje, muitos dos palestrantes motivacionais mais conhecidos continuam a enfatizar a relevância e a importância de saber como contar histórias como parte essencial de uma comunicação verbal eficaz e envolvente.
Todos nós, pelo menos uma vez, experimentamos o poder evocativo das “boas histórias”. As “boas histórias” prendem a nossa atenção, estimulam as nossas emoções e nossos sentimentos, ajudam-nos a recordar e, quando nos envolvem em primeira mão, acabamos por partilhá-las. Com razão, o poeta americano, romancista, dramaturgo, ensaísta e professor de inglês na Duke University, Edward Reynold Price (1 de fevereiro de 1933 - 20 de janeiro de 2011), afirmou que “o som da história é o som dominante em nossas vidas”.
As histórias permeiam toda a Bíblia e são a base do estilo de comunicação de Jesus. Quer ele caminhasse pelas ruas da Galileia com seus discípulos ou pregasse para multidões, Jesus de Nazaré pregava e compartilhava sua mensagem por meio da “arte da história”. Não é por acaso que Mateus nos lembra que contar histórias era a técnica favorita de Jesus ao falar para as multidões (ver Mt 13,34). Sim, Jesus parece ser um hábil contador de histórias. Curiosamente, quando perguntaram ao conhecido escritor americano Mark Taiwan quem era o maior contador de histórias da história, ele respondeu, Jesus de Nazaré.
Jesus não só fez grande uso da “arte da história” para falar do Pai e do Seu Reino, mas também usou uma linguagem simples e livre, chamando constantemente a atenção para as realidades comuns e cotidianas, como pássaros, flores, moedas perdidas e muitos outros objetos comuns com os quais as pessoas de seu tempo (sacerdotes, fariseus, doutores da lei, pescadores, agricultores etc.) podiam facilmente estabelecer relações.
Com suas histórias perspicazes, Jesus conseguiu captar a atenção de seu público, inspirar sua imaginação e comunicar uma mensagem convincente, capaz de transformar e mudar vidas inteiras. Com a sua “arte narrativa” Jesus soube revelar o rosto misericordioso do Pai e tocar os acordes mais profundos de quem o escutava. Portanto, não é por acaso que muitos dos que ouviram suas histórias decidiram segui-Lo, tornando-se parte de sua história. De geração em geração, seguindo o exemplo do Mestre, seus discípulos contaram, proclamaram e pregaram a Boa Nova, a história da bondade e da misericórdia de Deus encarnado em Jesus Cristo.
As últimas palavras de Jesus ao geraseno “Volta para casa, e conta quanto Deus te fez”. (Lc 8,39) encorajou o ex-possesso a ir embora e proclamar por toda a cidade o que Jesus fez por ele. Em La Salette, a “Bela Senhora” confiou aos dois pastorzinhos, Maximino e Melânia, a missão de contar a história do seu encontro com Ela. Esta história, como a do Filho, também foi transmitida de geração em geração. Ambas as histórias transformaram uma grande multidão de homens e mulheres. E nós, Missionários de Nossa Senhora de La Salette, somos os beneficiários de ambas as histórias: não para guardá-las egoisticamente, mas para contá-las e fazê-las ressoar na vida cotidiana dos irmãos e das irmãs que encontramos ao longo de nossa peregrinação terrena para a Jerusalém celeste. Hoje como ontem, a Igreja e o mundo precisam ouvir as duas histórias contadas. Tanto a Igreja como o mundo precisam ouvi-las ditas por aqueles que foram pessoalmente transformados, tanto pelo Filho como pela Mãe.
Maria fala sobre o seu Filho
Se aos videntes coube o dever de transmitir a gloriosa aparição aos moradores das cercanias de Corps, a preocupação de Maria, a mãe do divino redentor, é recordar à Igreja o seu dever de ser o mensageiro da Boa Nova da salvação. Por isso, o interessa da Senhora em lágrimas não é tanto a exaltação do seu nome, mesmo que ela mereça essa honra. A Mãe da Igreja vem lembrar-nos a submissão como premissa fundamental para merecermos as graças que o seu Filho nos legou mediante o seu rebaixamento à condição humana que culminou com o derramamento do seu sangue no madeiro da cruz.
A aparição de Maria em La Salette não é o fim em si mesmo; Maria pretende despertar a todos os batizados, começando por aqueles que têm maior responsabilidade na condução da Igreja, a urgência de anunciar a todos o mistério de seu Filho morto e ressuscitado. Ela não se coloca no centro da sua mensagem. O objetivo da sua gloriosa aparição, tal como fez nas bodas de Caná, é exigir a obediência a seu Filho: “fazei tudo o que ele vos disser” (Jo 2,5).
Em 2001, o Papa João Paulo II, na mensagem do dia Mundial das Missões, incentivou o Povo de Deus a colocar-se a caminho para levar a Evangelho de Jesus a todos os povos. Que história, portanto, a recontar? O crucifixo brilhante que Maria traz responde exatamente a essa pergunta, já que é o que mais atraía as atenções de Maximino e Melânia por causa da luz que emanava dela. Isso demostra e confirma o grito missionário de Paulo quando diz que “enquanto os os judeus pedem sinais, e os gregos buscam a sabedoria, nós pregamos a Cristo crucificado” (1 Cor 1,22-23). É esta mensagem-história a ser recontada até a última vinda de Cristo. Para que essa “grande aventura da evangelização” seja efetiva, João Paulo II propõe novos métodos, novos modelos e novos paradigmas. O importante dessa missão comum a todos é fazer com que a graça de Nosso Senhor Jesus Cristo se faça presente na vida dos irmãos.
Lembrar nos torna capazes de caminhar em direção do amanhã
Na sua última recomendação dirigida aos videntes de La Salette, repetida duas vezes em francês, Maria pediu-lhes que comunicassem “isso” a todo o seu povo (precisamente: “Eh bien, mes enfants, vous le ferez passer à tout mon peuple”). Esse “Isso” que foi veiculado por 175 anos está contido em todo o evento La Salette. Aqui os detalhes contam: o país onde ocorreu a aparição (França do século XIX); o local da aparição (uma aldeia nos Alpes); a hora (cerca de 15h00 no sábado, 19 de setembro de 1846); o tempo após as primeiras vésperas da festa litúrgica de Nossa Senhora das Dores (celebrada no terceiro domingo de setembro[1]); o vestido da Bela Senhora, inspirado no das camponesas da região de La Salette, e outros elementos do vestuário (o crucifixo com Jesus[2], a torquês e o martelo[3], as duas correntes[4], as rosas coloridas); depois a tristeza, o rosto escondido, as lágrimas, a maneira como Maria se comportava e se movia na presença das crianças. Mas também a própria Mensagem e as duas línguas, nas quais foi comunicada, a fonte que surgiu e esteve sempre ativa no lugar, onde o globo de luz apareceu com a pessoa de Nossa Senhora sentada dentro, e finalmente o fato de que os dois pastorzinhos receberam segredos, dos quais nem sequer conversaram entre si.
Todos esses elementos são conhecidos por nós. Falamos sobre isso em todas as ocasiões possíveis. Enquanto a basílica da Bem-aventurada Virgem Maria existir na montanha perto da aldeia de La Salette na França, e enquanto a Congregação dos Missionários de Nossa Senhora de La Salette existir, a continuidade e atualidade da Mensagem da Bela Senhora, comunicada a Melânia e Maximino será sempre em vigor.
A transmissão da história sobre este acontecimento supõe uma continuação até ao fim dos tempos, mas poderia ser terminada antes, se os homens se convertessem e com a sua conduta tornassem inútil o apelo da Senhora das Lagrimas à conversão e à penitência.
Os verdadeiros filhos espirituais de Nossa Senhora, certamente, consideram a conversão da humanidade aos caminhos da Vontade Divina mais relevante do que a existência da Basílica de Nossa Senhora de La Salette e da própria Congregação dos Missionários Saletinos.
Um elemento ainda não foi resolvido e é objeto de controvérsias desnecessárias: qual é a importância dos segredos confiados a Melânia e Maximino[5].
A entrega dos segredos constitui um elemento importante na transmissão da história do acontecimento em La Salette. Esses são a garantia de que o encontro teve caráter de mistério e, portanto, exige respeito. Não procuramos descobrir o seu conteúdo, mas ao relatar a Aparição sempre insinuamos a sua existência, reconhecendo humildemente a nossa ignorância sobre o seu conteúdo.
Flavio Gillio MS
Eusébio Kangupe MS
Karol Porczak MS
[1]A festa foi apresentada pela primeira vez pelos Servitas. A partir de 1667 começou a se espalhar em algumas dioceses. O Papa Pio VII (1800-1823) em 1814 estendeu-o a toda a Igreja e designou o terceiro domingo de setembro como o dia da festa. O então Papa Pio X (1903-1914) instituiu-o para 15 de setembro e nesta data é celebrada até hoje.
[2]É daquele crucifixo que saiu a luz que formava toda a figura de Maria, enquanto o próprio Jesus estava vivo na cruz, mas - como disseram as crianças - Ele agora estava em agonia. Ele ainda não tinha o ferimento no lado direito, aberto com a lança somente após sua morte.
[3]Esses instrumentos encontravam-se SOB os braços da cruz de Maria, e não SOBRE os braços, como está representado em nosso crucifixo missionário. Não se trata de um problema técnico relacionado à forma de consertá-los, mas seu posicionamento tem um valor simbólico.
[4]Uma grossa corrente com grandes anéis pendurada nos ombros da Bela Senhora, enquanto o menor segurava o crucifixo em Seu peito.
[5]Sabemos que nos comentários das crianças sobre a visão da Bela Senhora emergiu um pequeno incidente, que confirma o fato de que, ao ouvirem os segredos, as crianças não estavam em êxtase nem surdas. Quando Maximino ouviu atentamente a Bela Senhora, Melânia não a ouviu, mas naquele momento não deu mostras de tédio ou de impaciência. Ela esperou pacientemente, sem ouvir nenhuma voz. Depois os papéis inverteram-se: quando Melânia ouviu a Bela Senhora que lhe confiava os segredos, Maximino não ouviu a voz de Maria. Ele estava entediado e começou a atirar pedrinhas na direção da Senhora, acertando-a com um bastão. Se ele fosse surdo, teria notado imediatamente que as pedras não faziam barulho. Então, na frente de Melânia que o repreendeu, ele se justificou dizendo que nenhuma pedra tocou a Bela Senhora. Parece que Melânia, e também Maximino, ouvindo Maria, sempre estiveram bem atentos ao que se passava ao seu redor, não estavam em êxtase.