P. René Butler MS - 24to Domingo Ordinario - Repensar

Repensar

(24to Domingo Ordinario: Isaías 50:5-9; Santiago 2:14-18; Marcos 8:27-35)

Si ya has leído las lecturas de hoy, tenemos un acertijo para ti. ¿Cuántas partes del cuerpo puedes recordar que hayan sido mencionadas en la primera lectura y en el Salmo? Retomaremos este punto más adelante.

En el Evangelio, después de haber escuchado los rumores que circulaban acerca de él, Jesús pregunta a sus discípulos, Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?”. Pedro responde por todos, “Tu eres el Mesías”, es decir: el Cristo, el Ungido. Este es un momento clave en sus vidas. Desde ahora Jesús tiene que prepararlos para lo que se viene. Él está a punto de comenzar su último viaje a Jerusalén, y les dice que tienen que repensar sus ideas mesiánicas.

¡Pedro se sorprende! Su reacción, aunque equivocada, es comprensible. Palabras como “sufrir... ser rechazado... ser condenado a muerte” no van con la descripción del “Mesías”. Jesús podría haber añadido: “Ofreceré mi espalda a los que me golpeen y mis mejillas, a los que me arranquen la barba, no retiraré mi rostro cuando me ultrajen y escupan”, parafraseando a Isaías.

María en La Salette entre lágrimas nos ofrece una respuesta a la pregunta de Jesús. Él es su Hijo, que es el Cristo, el Ungido, el Mesías. Sin embargo, el gran crucifijo, acompañado del martillo y la tenaza, nos lo muestra no en la majestad de su poderío sino en la imagen golpeada y resquebrajada del amor redentor.

El texto de Isaías para hoy nos invita a revisar nuestro entendimiento acerca del sufrimiento y de la humillación. Sin importar lo que tengamos que enfrentar como cristianos, también podemos decir, “El Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido”.

Volviendo al acertijo que dio inicio a esta reflexión, la respuesta es seis: oído, espalda, mejilla, rostro, ojos y pies. En la Biblia, las partes del cuerpo son con frecuencia una forma poética de decir “yo”, ej. “mis ojos han visto”.

Santiago les dice a sus lectores que hay que mirar con otros ojos el significado de la fe. Es algo a la vez interno y externo. “por medio de las obras, te demostraré mi fe”, escribe. Un poema atribuido a Santa Teresa de Ávila lo presenta así: “Cristo no tiene cuerpo, sino el tuyo... Tuyas son las manos, tuyos son los pies, tuyos son los ojos, eres tú Su cuerpo. Usémoslos con fe valiente, que por medio de nuestras obras otros puedan llegar a conocer a Cristo y puedan regocijarse en su ilimitada misericordia.

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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