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¿Qué hay en tu corazón?

(8vo Domingo Ordinario: Eclesiástico 27:4-7; 1 Corintios 15:54-58; Lucas 6:39-45)

Hay un anuncio de una tarjeta de crédito que concluye con la pregunta, “¿Qué hay en tu billetera?” El Eclesiástico, en la primera lectura de hoy, y Jesús en el Evangelio, ambos, en efecto, preguntan: “¿Qué hay en tu corazón?” y buscan la respuesta en nuestra manera de hablar.

El Eclesiástico compara la palabra hablada con el grano que se cierne, revelando cuanta sustancia, mucha o poca, hay en nuestra mente y corazón. En La Salette, María usa una imagen, incluso más poderosa. “Si tienen trigo, no deben sembrarlo. Todo lo que siembren se lo comerán los bichos y lo que salga se pulverizará cuando lo sacudan.”

Es, en primer lugar, una advertencia de la hambruna que se viene; pero también es un símbolo elocuente del estado de la fe de su pueblo, que se hizo añicos, arruinada por la indiferencia. ¡Qué terrible tragedia!

También el Evangelio nos recuerda nuestras faltas. Jesús dice, “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?” Puede ser muy fácil criticar a los demás, como si nuestro comportamiento personal y nuestras opiniones fueran una normativa para los demás. Esta actitud, y quizás muchas otras, no son fáciles de superar.

Pero no todo está perdido. Si fuera así, la Bella Señora nunca hubiera venido.

San Pablo, al final del largo capítulo sobre la resurrección, exclama: “¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón? ... ¡Demos gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo! Por eso, queridos hermanos, permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor, con la certidumbre de que los esfuerzos que realizan por Él no serán vanos”.

Sí, necesitamos ponernos manos a la obra, esforzarnos para vivir nuestra fe con integridad. Sin embargo, la victoria no la logramos nosotros. Está más allá de nuestras fuerzas – pero no de nuestro alcance. En La Salette María nos recuerda los medios puestos a nuestra disposición en la Iglesia y en nuestras vidas personales, dándonos la posibilidad de compartir el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte.

La esperanza en la victoria es más que simplemente desearla. Se basa en las promesas como la del salmo de hoy: “Trasplantado en la Casa del Señor, florecerá en los atrios de nuestro Dios”. ¿Está esto en tu corazón?

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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¡Todo un desafío!

(7mo Domingo Ordinario: 1 Samuel 26:2-23; 1 Corintios 15:45-49; Lucas 6:27-38)

En la Salette, María nos recuerda nuestras obligaciones a la hora de honrar el Nombre y el Día del Señor (La misa y el reposo), de respetar la disciplina cuaresmal, y de rezar. Estas están incluidas en su llamado a la sumisión.

Hay abundante material aquí para un examen de conciencia. Pero el Evangelio de hoy nos ayuda a entender que hacer lo que la Bella Señora nos pide es sólo el principio.

Jesús deja claro que espera mucho más de sus discípulos que la observancia de la Ley. Los mandamientos son el fundamento, no toda la estructura. Algunos de sus oyentes deben haber pensado que estaba yendo demasiado lejos al pedir una actitud pacífica, y hasta sumisa, ante los enemigos. En nuestros tiempos tampoco es fácil aceptar exigencias como estas.

¿Nuestra fe nos hace mejores personas? En la primera lectura encontramos un excelente modelo en David. Su fe en el Dios de Israel nunca se tambaleó. Así que, cuando tuvo la oportunidad de destruir a su enemigo mortal, el Rey Saúl, le mostró misericordia, en lugar de lastimar al ungido del Señor.

Esto es lo que el mundo necesita hoy. Es lo que el mundo siempre ha necesitado, y siempre necesitará. Nunca hubo ni nunca puede haber un exceso de caridad, aquel amor que Dios derrama en nuestros corazones. Nunca será perfecto ni pleno, porque, como dice San Pablo en la segunda lectura, llevamos la imagen terrena del hombre terrenal, Adán.

Sin embargo, no debemos desanimarnos. Nunca estamos por encima del poder perdonador de Dios. Podemos, por la gracia de Dios, llevar la imagen del hombre celestial, Jesucristo.

Al mismo tiempo, no debemos ser autocomplacientes, como si nuestros pensamientos y palabras y acciones no le importaran realmente a Dios. El Señor sabe lo que pensamos, lo que decimos y hacemos, pero también conoce nuestros corazones. Por ejemplo, cuando cumplimos el mandato de Jesús, “Dale a todo el que te pida”, ¿es pura nuestra motivación?

¡He aquí el desafío de ser fieles y tener una fe viva! De todo corazón, oremos con las palabras de la oración inicial de hoy: “Concédenos que llevemos a la práctica en palabras y obras cuanto es de tu agrado”.

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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sexta-feira, 04 fevereiro 2022 14:47

Salette Info 2021

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sexta-feira, 04 fevereiro 2022 08:56

Salette Info 2021

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quinta-feira, 27 janeiro 2022 14:41

Índia - Capítulo

Índia – Capítulo Provincial

Novo Conselho Provincial:

Pe. Jenson J. Chenthrappinny, superiore provincial (no centro)

Pe. Bino Poovannikunnel, vigário provincial (para a esquerda)

Pe. Anoop Manchirayil, conselheiro provincial (para a direita)

Desejamos ao novo Conselho a luz do Espírito Santo em seu serviço à Província.

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Como un árbol

(6to Domingo Ordinario: Jeremías 17:5-8; 1 Corintios 15:12-20; Lucas 6:17, 20-26)

Dos veces encontramos hoy la imagen del árbol frutal plantado cerca de la fuente de agua. Jeremías usa esta imagen para describir a aquellos que confían en el Señor; el Salmo la aplica a aquellos que se deleitan meditando en la ley del Señor. Ambas pintan una imagen dolorosa de aquellos que ponen su confianza y deleite en otras cosas.

A primera vista, Jesús parece utilizar el mismo lenguaje, pero es claro que el “¡Ay de ustedes!” es muy distinto a una maldición. Es una advertencia. Encontramos una preocupación similar algunas veces en el contexto de La Salette. Lo que algunas personas leen como amenazas de María, se entienden mejor como advertencias.

La figura del árbol puede ser aplicada a todas las lecturas del hoy, y también a La Salette. El punto de las bienaventuranzas y los ¡ay de ustedes! de Jesús, y las promesa y advertencias de María, es el de invitarnos a poner nuestra confianza en Dios y no en nosotros mismo.

Incluso la segunda lectura, en la cual San Pablo insiste en la verdad de la resurrección del cuerpo, se conecta con el mismo tema. Como griegos, los corintios se sentían orgullosos de su filosofía, la cual no tenía el concepto de la vida corporal después de la muerte. Pablo expresa una especie de “ay de ustedes”, “Si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados”.

Volviendo a la idea del árbol plantado cerca del agua, hay que recordar que el agua es un símbolo significativo en La Salette. María vino a ayudar a que su pueblo tenga profundas raíces y hojas verdes que no se desvanecen y dé frutos abundantes.

Además del arroyo real y físico, la Bella Señora nos hace recordar de otro arroyo que es siempre una fuente de vida. “¿Hacen ustedes bien la oración, hijos míos?... Deben hacerla bien, por la noche y la mañana”. Si ella hubiera pensado en el Salmo 1, podría haber preguntado, “¿Se complacen en la ley del Señor?... deben meditar en su ley de día y de noche”.

Como ustedes saben, las plantas no solamente necesitan agua, sino también luz. La oración puede compararse con la fotosíntesis, al permitirnos recibir la luz de Cristo, la que, con el agua, obrará para que podamos fortalecernos en nuestra fe y vivir en permanente esperanza.

Las tormentas son inevitables, y los días oscuros y difíciles también, pero tendremos abundante bendición si permanecemos unidos al Señor Resucitado y a su Santísima Madre.

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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sábado, 22 janeiro 2022 22:21

Rosário - Janeiro 2022

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sábado, 22 janeiro 2022 08:40

Necrologium 2021

Missionários de Nossa Senhora de La Salette morreram em 2021

Requiem aeternam dona eis, Domine,

et lux perpetua luceat eis.

Requiescant in pace. Amen.

Salette info_Rzym_2022_max_rozk.jpg

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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quinta-feira, 20 janeiro 2022 08:14

Boletim Mensal 003

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Mar adentro

(5to Domingo Ordinario: Isaías6:1-8; 1 Corintios 15:1-11; Lucas 5:1-11)

Hay muchas similitudes entre las tres lecturas de hoy. Por ejemplo, un encuentro extraordinario con el Señor provocó que tanto Isaías como Pablo y Simón se hicieran profundamente conscientes de su condición de pecadores. Esto podría ser también parte de nuestra propia experiencia de vida.

Otra comparación es menos obvia, pero igualmente importante. Jesús le dice a Simón, “Navega mar adentro, y echen las redes” y, algunos versículos más adelante, “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres” Tanto Isaías como Pablo fueron admitidos en las profundidades del misterio de Dios, y les fue dada una misión.

En La Salette, la imagen es una vez más, diferente, pero la realidad es la misma. Nos sentimos atraídos, hacia lo alto de la montaña, pero allá, junto a Melania y Maximino, se nos da una misión, la de hacer conocer un mensaje importante por medio de nuestras palabras y con nuestro propio ejemplo de vida.

Isaías se sintió especialmente perturbado, pero recibió un signo del perdón de Dios cuando la brasa encendida tocó sus labios. María identificó algunos de los signos por medio de los cuales su pueblo estaba ofendiendo al Señor; y nos hizo recordar la importancia de poner en práctica nuestra fe católica, especialmente en la Eucaristía instituida por Jesús “para el perdón de los pecados”. Acuérdate de esto la próxima vez que la hostia consagrada se pose en tus labios.

La Iglesia también provee el signo de la absolución en el sacramento de la Reconciliación, que cada sacerdote saletense atesora en su corazón. ¡Cuántas hermosas historias podríamos contar!

Volvemos de nuevo a las tres “palabras saletenses” claves: la reconciliación (reconocer y aceptar que no somos dignos); la conversión (volver a Dios y aceptar su perdón); y el hacer conocer el mensaje (evangelizar).

En el caso de Simón, esto comenzó cuando dejó que Jesús usara su barca como tarima desde la cual enseñar a la multitud. Poco sabía Simón a dónde le conduciría este simple acto de generosidad.

El claro mensaje que la Bella Señora proclamó en La Salette es algo que el mundo todavía necesita urgentemente. Si en nuestros corazones y por medio de nuestras acciones dejamos que Jesús entre en la humilde barca de nuestras vidas y vaya cada vez más desde lo profundo tomando el mando, ¿Quién sabe cuánto bien pudiéramos hacer?

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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