P. René Butler MS - 4º Domingo de Adviento - Visitante

Visitante

(4º domingo de Adviento: Miqueas 5:1-4; Hebreos 10:5-10; Luca 1:39-45)

María ha escuchado grandes noticias, y son dos. La primera, que va que ser la madre del Mesías. La segunda, que Elizabeth, una pariente anciana, ¡ya estaba en su sexto mes de embarazo! Su repuesta era ir, sin demora rumbo a la casa de Elizabeth para ayudarla. Ella que se llamó a sí misma “la servidora del Señor” se puso al servicio de su pariente.

Cuando María llegó, su saludo ya era buena noticia para a los oídos de Elizabeth, literalmente una revelación, ya que rápidamente entendió el lugar de María en el plan de Dios, y la llamó “la madre de mi Señor.”

En el nacimiento del hijo de Elizabeth, Juan, su padre Zacarías se regocija de que Dios haya visitado su pueblo, una expresión bíblica típicamente poética para decir que Dios ha intervenido en la vida y en la historia de su pueblo.

Los ángeles visitaron a los pastores con “una buena noticia, una gran alegría”, los pastores fueron a visitar a la Sagrada Familia en el establo, más tarde los magos hicieron lo mismo.

Especialmente por medio de los misioneros, la Iglesia “visita” a muchos pueblos, llevando las buenas noticias a las que llamamos la “Buena Nueva de Cristo Jesús.”

A menudo llamamos a María de La Salette la “Visitante celestial”. Ella también “visitó a su pueblo” trayendo lo que ella misma llamó “una gran noticia”. Las noticias no eran sólo para los dos niños a quienes se les apareció, ya que ella les dijo – dos veces: “se lo dirán a todo mi pueblo.

Los niños sí que lo hicieron conocer a todos los que estaban dispuestos a escucharlos. Luego, en 1852, apenas a 6 años después de la Aparición, el Obispo de Grenoble fundó a los Misioneros de La Salette para el mismo propósito, y en 1855 su sucesor afirmó claramente que la Iglesia estaba asumiendo la misión que originalmente fue confiada a los niños.

 “La Iglesia” significa que tanto los obispos, quienes tienen la primera responsabilidad de velar para que la Buena Noticia se transmita de manera fiel de una generación a la otra, y los fieles cristianos quienes comparten “su” buena noticia, de cómo tanto el Evangelio y, en el caso de la Bella Señora, la “Gran Noticia” de La Salette, ha tocado sus vidas con la paz.

Miqueas dice del Mesías: “¡Él mismo será la paz!” Nuestro mundo aún necesita ese Visitante.

Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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