Casa de Oración
(Vigésimo Domingo del tiempo ordinario: Isaías 56:1-7; Romanos 11:13-32; Mateo 15:21-28
Jesús se conmovió por la profunda fe de la mujer cananea y le dijo con admiración: “Mujer, que grande es tu fe”
Ella demostró su fe de dos maneras: la primera, creyendo que Jesús podía curar a su hija, y luego al darse cuenta de que, como una extranjera, realmente no teniendo ningún derecho de pedir su ayuda, se estaba lanzando a su misericordia. Fue esta humildad la que cautivó a Jesús.
Esto es un cumplimiento de la profecía de Isaías: “Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos” El templo fue originalmente un lugar de oración solamente para los judíos. En Hechos 28:21, San Pablo es acusado erróneamente de traer a un gentil y hacerlo entrar en el templo – una ofensa muy seria. Pero Isaías ya vio de antemano el día cuando el templo estaría de hecho abierto para todos los pueblos. Ese Templo es la Iglesia. El Pueblo de Dios.
La gran mayoría de los cristianos son descendientes de los gentiles. En los Hechos de los Apóstoles leemos que los gentiles se alegraron de que el Evangelio estuviera siendo predicado a ellos. San pablo de nuevo hoy expresa su esperanza de que su propio pueblo judío un día aceptará el don de la fe que él les ofrece, que ellos estarán lo suficientemente celosos de los gentiles como para decir: “yo quiero lo que ellos tienen”
Todo se trata de la misericordia, don gratuito de Dios. Nadie más que Él puede decidir quién se lo merece. Él no está sujeto a ninguna regla. “Yo tendré misericordia de quien yo quiera”. Éxodo 33:11 citado en Romanos 9:15)
La Salette sigue el mismo proceder. No por nada hablamos de la “misericordiosa aparición de María”. En diferentes partes de su mensaje, ella de manera sorprendente parafrasea las palabras de Isaías a cerca de los extranjeros, “amando el Nombre del Señor y haciéndose sus servidores – todos los que observan el sábado sin profanación y mantienen mi alianza, a ellos yo los atraeré a mi santa montaña y habrá motivo de alegría en mi casa de oración.
María apareció en 1846 porque su “casa de oración” había dejado de ser el lugar donde su pueblo encontraba alegría. Muchos peregrinos de La Salette redescubren la misericordia de Dios que los conduce a la fe. Para otros, el redescubrimiento de la fe los lleva a reconocer la misericordia de Dios. Sea como fuera, todos se regocijan al encontrar su lugar en la Casa de Oración de Dios.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.
Las angustias del corazón
(Décimo noveno Domingo del Tiempo Ordinario: 1 Reyes 19:9-13; Romanos 9:1-5; Mateo 14:22-33)
Antes y después del episodio relatado en la primera lectura – el viento, el terremoto, el fuego y la brisa suave – el Señor le pregunta a Elías, “¿Por qué estás aquí?” y las dos veces Elías responde: “Me consume el celo por el Señor, Dios Todopoderoso, porque los israelitas han abandonado tu alianza.”
San Pablo describe la angustia que está experimentando a causa de propio pueblo. Habiendo experimentado para sí mismo a Jesús como Mesías y Salvador, profundamente deseó compartir su fe con todos los judíos devotos. Es por eso que en sus viajes misioneros fue primeramente a las sinagogas locales para predicar las Buena Nueva, pero con poco éxito.
En La Salette María describe su angustia en estos términos: “Hace tanto tiempo que sufro por ustedes! … pero por mucho que recen, por mucho que hagan, jamás podrán recompensarme por el trabajo que he emprendido a favor de ustedes”
Jesús expresó su decepción por la poca fe de Pedro: Muchos católicos y cristianos hoy están afligidos, no tanto por la poca fe sino por la aparente falta total de fe de tantos. Es reconfortante sabe que San Pablo y la Bella Señora conocieron ese dolor. No estamos solos.
En el Salmo Responsorial encontramos ánimo.
Escucharé al Señor que proclama;
Al Señor que proclama la paz…
La justicia brotará desde la tierra,
Y la justicia mirará desde el cielo.
El mismo Señor nos dará sus bienes
Y nuestra tierra dará sus frutos.
Cuan cercano esto es a la imagen que Nuestra Señora usa a cerca de la cosecha abundante que vendrá, “si se convierten”. Su propósito más profundo es el de plantar las semillas de la paz y la reconciliación, de la verdad y fidelidad, de la justicia, justicia que incluye, pero va más allá de lo requerido en los mandamientos y en las leyes. Si echan raíces y producen fruto, los bienes del Señor vendrán a continuación.
La angustia del corazón no impidió a San Pablo ni a Nuestra Señora llegar cerca de su pueblo. No debemos dejar que nos detenga a nosotros tampoco. Si por alguna razón somos incapaces de llegar de manera directa, podemos hacerlo siempre en la oración.
A nadie mas que a Jesús
(Fiesta de la Transfiguración: Daniel 7,9-14; 2 Pedro 1,16-19; Mateo 17,1-9
Sobre la entrada principal de la Basílica en la Santa Montaña de La Salette hay un vitral con la representación de la Transfiguración de Jesús. Al ir afuera, el lugar de la Aparición de Nuestra Señora está directamente frente a uno.
La comparación visual es obvia. En una “santa montaña” el rostro de Jesús brilló como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. La Santísima Virgen en La Salette se hizo ver primero en un globo de enceguecedora luz, y ella misma era toda de luz. En ambos casos parece que nos confrontamos con lo que San Pablo llama el glorioso cuerpo espiritual. (ver Corintios 15:43 – 44)
Jesús eligió a tres testigos. María eligió a dos. San Pedro enfatiza que él y sus compañeros eran testigos oculares de la “majestad de Jesús” Maximino y Melania fueron testigos oculares de una “Bella Señora”
Y hay palabras también. En el Evangelio esas palabras vienen de una nube: “Este es mi hijo amado en quien me complazco. Escúchenlo” Esto dejo a Pedro, Santiago y Juan “con mucho temor.” Luego Jesús les dijo que no teman. Ya que los niños estaban aterrorizados al ver el globo de luz, María les dijo primero que se acercaran sin miedo.
El punto en común más esencial entre las dos “altas montañas” sin embargo, es el Hijo Amado. Es el cumplimiento de la visión de Daniel de “Uno como un Hijo de Hombre, que recibió el dominio, la gloria y el reinado; todos los pueblos, naciones y lenguas le sirven”
María hace mención de su Hijo muchas veces, y dos veces le reprocha a su pueblo por el abuso de su nombre. En otras palabras, ellos no le sirven; no respetan su dominio, gloria ni reinado.
Fue después de la Transfiguración que Jesús comenzó su último viaje a Jerusalén. Conforme se aproximaba a la ciudad amada, lloró, diciendo. “Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz”. Y luego predijo las calamidades que caerían sobre ella, “porque no has sabido reconocer el tiempo se su visita” (Lucas 19;41-44)
Si aquellos que se llaman asimismo de cristianos no saben reconocer y recibir a Cristo, las consecuencias son devastadoras. Pero la conversión siempre es posible.
Y así, María nos dirige hacia su Hijo y, como la voz desde la nube, nos invita a escucharlo.
La pregunta sobre la oración
(Decimo séptimo Domingo del Tiempo Ordinario: 1 Reyes 3:5-12; Romanos 8:28-30; Mateo 13:44-52)
Es bastante común entre la gente devota a Nuestra Señora de La Salette decir el Padre Nuestro y el Ave María porque eso es lo que María dijo a Melania y Maximino que había que hacer. Sin embrago sus palabras exactas fueron: “Ah hijos míos, deben decir bien sus oraciones, en la noche y en la mañana, aunque sea solo un Padre Nuestro y un Ave María cuando no puedan hacer algo mejor. Cuando puedan hacer algo mejor, recen mas”
Esa es una distinción importante. No es una manera de alentar para hacer lo mínimo, lo cual en circunstancias ordinarias no podría ser calificado como “rezar bien”
No se trata solamente de aun tema de tiempo. La oración de Salomón es un excelente ejemplo. Después conocer a ceca (en el versículo 6 que fue omitido) de la bondad de Dios para con su padre David y con el mismo, en seguida pregunta, no por lo que cualquiera en su posición podría querer, sino porque sabe que necesita gobernar bien a su pueblo – también pueblo de Dios. El rezó bien, y el Señor se respondió consecuentemente.
El discernimiento es esencial cuando nos acercamos a Dios para pedirle algo. No hay nada malo en querer a veces algo para nosotros mismos. Pero la oración nunca debe ser egoísta. San Pablo escribe: “Sabemos que todas las cosas son para el bien de los que aman a Dios” Así que podemos confiar de manera firme en él para que supla nuestras necesidades aun si rezamos por las necesidades de los demás. ¡Lo importante es rezar por lo que es... bueno… importante!
Piensen en el tesoro en el campo, o en la perla de gran precio. Parte del “vender todo lo que tenemos para comprarlo” es el deseo de poner todo lo que tenemos y somos en las manos de Dios, al servicio de Dios.
Considera la magnífica oración de San Ignacio:
Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Tu me lo diste, a Ti, Señor te lo devuelvo. Todo es Tuyo: dispón de todo según Tu Voluntad. Dame tu Amor y tu Gracia, que me bastan. Amen.
Piensa en eso la próxima ves que te pongas a pensar en la pregunta de la Bella Señora: “¿Hacen bien sus oraciones hijos míos?”
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.
Posibilidades interesantes
(Décimo sexto domingo del tiempo ordinario: Sabiduría 12:13-19; Romanos 8:26-27; Mateo 13:24-43)
Las lecturas de hoy son un verdadero tesoro en sus conexiones con La Salette.
En el libro de la Sabiduría: Dios cuida de todos, no ha condenado injustamente; Él es el amo del poder. Pero juzga con clemencia; les ha dado a sus hijos la posibilidad del arrepentimiento.
María preguntó a los niños; “¿Hacen bien sus oraciones hijos míos?” Ellos no las hacían; pero nunca habían ido al catecismo y no habían aprendido a rezar apropiadamente. Pablo escribe a los Romanos “No sabemos cómo orar correctamente”. El Espíritu, por lo tanto, se encarga, por así decirlo, y es Dios el que ve lo que hay en nuestros corazones.
El Evangelio no solamente habla de semillas – una imagen recurrente en las parábolas que también encontramos en el mensaje de La Salette – sino de la paciencia de Dios para con nosotros. Ya llega, no obstante, un tiempo de cosecha; la espera llega entonces a su final. Nuestra Señora no habla solamente de cosechas arruinadas en el pasado y en el futuro, sino del brazo de su Hijo. Jesús también usa una imagen tremenda; las malas hierbas serán arrojadas al fuego. Pero esto es seguido por una imagen maravillosa: “Entonces los justos brillaran como el sol en el Reino de mi Padre”, en tanto la Bella Señora evoca la visión de montones de trigo y de las papas que aparecen sembradas por los campos.
La parábola de la semilla de mostaza y de la medida de levadura no contienen nada que cause temor. La semilla y la levadura hacen solamente lo que está en su naturaleza, crecer y expandirse. Tal como es el Reino de Dios.
Jesús vino para guiar a su pueblo hacia ese Reino, “un reino eterno y universal, un reino de verdad y vida, un reino de santidad y gracia, un reino de justicia, amor y paz” (Prefacio de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo).
La Santísima Virgen vino a La Salette para llevar a su pueblo de nuevo hacia ese reino. Un pueblo que no había seguido el cauce natural de la fe; esa semilla, en lugar de crecer, se había marchitado; esa levadura había perdido de algún modo su poder de permeabilizar sus vidas.
Pero no todo está perdido. “El Espíritu viene en ayuda en nuestra debilidad” el injusto puede ser restaurado en la justicia. Es casi como si las malas hierbas pudieran convertirse en trigo, imposible para la naturaleza, pero eminentemente posible por la gracia.
Mais uma semana se passou e queremos mantê-los informados dos acontecimentos. Realizamos no último final de semana a visita a lugares importantes da nossa espiritualidade e das redondezas, tais como: Coin, Corps, Gap e o Santuário Diocesano de Nossa Senhora de Laus. Como já dissemos somos um grupo grande: 12 de Madagascar, 11 da Polônia, 10 da Angola, 8 das Filipinas, 7 do Brasil, 7 da França, 3 de Myanmar, 3 dos Estados Unidos e 3 da Itália. Também os 3 tradutores e os membros do Conselho Geral dos ‘MS’ e das ‘SNDS’. Na dinâmica do encontro a cada dia uma delegação fica na responsabilidade de animar a liturgia: Missa e Liturgia das Horas. Isso não quer dizer que aquela delegação fará tudo, mas distribuindo funções. Fica claro nestes dias a realização da promessa da Sagrada Escritura de que Espírito Santo assiste-nos a fim de realizar um novo Pentecostes.
Essa segunda semana do PPP foi de estudo e aprofundamento em temas mais próprios de nosso carisma e espiritualidade. Eis um pequeno resumo daquilo que vivemos:
- Com a ajuda da Irª Elisabeth Guiboux, SNDS (Superiora Geral das Irmãs Saletinas) nos dois primeiros dias mergulhamos no estudo dos Votos e o testemunho que devemos dar ao mundo;
- A Irª Estelle, SNDS (Conselheira Geral das Irmãs Saletinas) nos ajudou a entender melhor a beleza e os desafios da Vida Comunitária como lugar de identidade e comunhão e lugar de formação e missão;
- Com o Pe. Louis de Pontbriand, MS (Superior Provincial da França) descobrimos a íntima ligação entre a Vida Sacramental e a vida do Religioso (a). Ela começa em Jesus que nos chama a nos mantermos sempre unidos a Ele.
- Por fim, no dia 14 (Festa nacional francesa que recorda o aniversário da explosão da revolução que proporcionou uma mudança político-econômica) realizamos uma festa junina organizada pela delegação brasileira. Uma festa cristã que acontece no Brasil no mês de junho em vista das comemorações de Santo Antônio, São João Batista e São Pedro.
Queremos dar uma pincelada da próxima semana: no próximo domingo iremos visitar a cidade de Grenoble, a comunidade dos Missionários de Nossa Senhora da Salette e também a cidade de Ars, tão famosa por causa de São João Maria Vianney (Padroeiro dos padres). Podemos repetir: é uma graça estar nesse lugar. A cada pouco nos familiarizando e vendo aquilo que só víamos e sabíamos pelas leituras. Tudo é enriquecedor para nossa vida saletina. Já chegando a metade do mês, rezamos por todos e pedimos vossas orações por todos nós.
Henrique Aguiar, ms
PPP 2017, PRIMEIRA SEMANA
Certa vez, Jesus disse a seus discípulos: “Avancem para águas mais profundas”. Justamente àqueles que Ele chamou para segui-lo mais de perto. Por isso, aqui estamos no encontro chamado PPP – Preparação à Profissão Perpétua – programa de formação das Congregações dos ‘MS’ e ‘SNDS’ que prepara os que farão brevemente sua Profissão Perpétua dos Votos de Castidade, Pobreza e Obediência. Um encontro que envolve todas as Províncias e regiões do mundo onde a família saletina está presente. Somos em ... pessoas vindas dos EUA, Myanmar, Filipinas, Angola, Brasil, Madagascar, Polônia, Itália e França.
Essa primeira semana do PPP foi de conhecimentos, descobertas e partilhas. Eis um pequeno resumo daquilo que vivemos:
- Com a ajuda do Pe. Adilson (Vigário Geral) nos dois primeiros dias mergulhamos na nossa história de vida e vocação;
- Os Missionários e Irmãs que compõem a Comunidade Internacional do Santuário nos ajudaram a entender o complexo do Santuário e que tudo está em vista do acolhimento reconciliador dos peregrinos;
- O Santuário nos convida a uma espiritualidade que nasce, na Salette, das montanhas. Foi isso que o Pe. Joe Bachand nos convidou a perceber em sua fala.
- Por fim, bebemos da fonte de nossa consagração (a Sagrada Escritura) e da nossa espiritualidade e carisma (a Aparição de Maria) pelas palavras do Pe. Celeste Cerroni.
No próximo domingo iremos visitar a terra de Coin (lugar a que Maria se refere em sua fala), a comunidade das Irmãs em Gap e a casa de Maximino e Melânia em Corps. Pode-se dizer que: é uma graça estar nesse lugar, ficou claro que as línguas e as culturas diferentes não são empecilho em nossa vida saletina. São riqueza que soma e constrói. Deus e a Virgem nos ajude no caminho do seguimento.
Henrique Aguiar MS
Lluvia para estas Raíces
(Decimo quinto Domingo del Tiempo Ordinario: Isaías 55:10-11; Romanos 8:18-23; Mateo 13:1-23)
Una parábola es una comparación. Puede ser un dicho corto, o puede ser, como en el Evangelio de hoy, bastante extendida y detallada.
Jesús compara a aquellos que escuchan sus palabras con las semillas sembradas en una variedad de suelos. Isaías compara a la palabra de Dios con el agua. Las dos imágenes encajan perfectamente, y me recuerdan a 2 Corintios 3:6, donde San Pablo escribe: “yo planté, Apolo regó, pero fue Dios el que dio el crecimiento”
Nosotros podemos discernir también una especie de parábola partiendo de nuestro texto de San Pablo. El contrasta el sufrimiento con la gloria venidera. Nosotros podríamos ver el sufrimiento en la preparación del suelo para plantar, un proceso tedioso y doloroso, recordando lo que Dios le dijo a Adán: “Con el sudor de tu frente obtendrás tu pan para comer”
La Bella Señora de La Salette se estaba dirigiendo a un pueblo a quien no le era extraño el “sudor en la frente”. Llevaban una vida dura; en 1846, tenían muy poco para vivir. El hambre se reflejaba en sus rostros.
En su mayoría ellos entrarían a formar parte del tercer grupo identificado por Jesús, la semilla sembrada entre las espinas de la preocupación mundana. La lluvia era la causante de la hambruna – demasiada cuando menos se la necesitaba y muy poca cuando más hacía falta, resultando en la perdida de los cultivos básicos, trigo y papas al mismo tiempo.
Con llanto genuino María expreso por el sufrimiento de su pueblo, pero no dudó en hacer la conexión con la falta de fe de ese pueblo. ¿Pudiera el fracaso del suelo en producir sus frutos hacerles dar cuenta de su propio fracaso al producir frutos de vida cristiana?
Con todo, todas las lecturas de hoy son una fuente de esperanza. Jesús sabe que habrá un suelo fértil; Isaías sabe que la palabra de Dios cumplirá su propósito; Pablo sabe que a los fieles les espera la Gloria.
El P. Michael Cox, M.S. escribió un libro en 1956, con el titulo de Lluvia para estas Raíces, acerca del significado de la aparición de María en La Salette, Lourdes y Fátima. El sacó el titulo de las últimas palabras de un poema escrito por Gerard Manley Hopkins: “Señor de la vida, envía lluvia sobre mis raíces”
Nosotros podemos fácilmente hacer la comparación entre la lluvia y las lagrimas de Nuestra Señora. Esas lágrimas son una parábola sin palabras.
Los pequeños
(Decimocuarto domingo del tiempo ordinario: Zacarías 9, 9-10; Romanos 8, 9-13; Mateo 11, 25-30)
Jesús agradece a su Padre por haber revelado “estas cosas” a “los sencillos” y no a “los sabios e inteligentes”. El no dice qué son esas cosas específicas que tiene en mente. El pensar es más general: el Padre ha mostrado su preferencia por los humildes y los pequeños. El Magníficat de María refleja la misma realidad.
No hay que extrañarse entonces de que, en la mayoría de las Apariciones, Nuestra Señora haya elegido a “los pequeños” como sus testigos. La Salette no es una excepción. Es difícil imaginar que pudiera haber personas más humildes que Maximino Giraud y Melania Calvat. Aun después de haber recibido una educación, ellos no se pusieron por encima de la mayoría de sus pares que recibieron una educación similar.
Se rumoreaba lo contrario. Una carta fechada en 19 de febrero de 1845 – cinco meses después de la Aparición – y enviada al párroco de Corps, incluía un relato de la Aparición que entro otros errores incluía la siguiente declaración acerca de los niños: “De miedosos que eran, se convertían de repente en osados; de simples campesinos que eran se hicieron intelectuales y elocuentes”
Es cierto que asombraban a la gente con las repuestas que daban a preguntas tramposas, y su resistencia a las presiones que se les ponían para que negaran lo que habían visto y oído. Pero lo hicieron con gran simplicidad. Seguían siendo “los pequeños”
Jesús se describe a sí mismo como “el manso” y encontramos el mismo adjetivo usado para el rey que estaba por venir, en la primera lectura. Jesús también nos dice que aprendamos de él. En otro lugar nos dice que seamos como niños pequeños.
Esta mansedumbre ciertamente se adapta a aquellos a quienes San Pablo describe como "en el Espíritu". Aquellos en quienes "el Espíritu de Dios habita" esos no pueden ser arrogantes, ni creerse superiores a los demás.
Se dice que a Maximino siendo adulto se le pidió relatar la historia de la Bella Señora una vez más. Él lo hizo, y concluyó con estas palabras: “Y luego ella desapareció, y me dejo aquí con mis defectos”
Que espléndido ejemplo de mansedumbre de la que Jesús habla: Reconociendo la gracia de Dios y nuestra indignidad. Todos podemos ser “los pequeños” en este sentido.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.
El Dominio
(Trigésimo Domingo del Tiempo Ordinario: 2 Reyes 4:8-16; Romanos 6:3-11; Mateo 10: 37-42)
¿Has notado cuántas veces San Pablo hace referencia a la muerte en la segunda lectura? Yo pude contar unas 10 veces. También menciona el pecado, dos veces. Su tema central, no obstante, es hablar de la vida, de la cual hace referencia explícita muchas veces.
Todos estos elementos se juntan en la última oración: “Considérense a ustedes mismos como muertos al pecado y viviendo para Dios en Cristo Jesús”
El contexto es el Bautismo, en el cual nosotros morimos con Cristo para que podamos vivir con él. La muerte ya no tiene dominio sobre él ni sobre nosotros, tampoco el pecado.
Aquello supone que somos fieles a nuestros compromisos bautismales. De los cristianos bautizados siendo bebés se espera que en algún momento ratifiquen por su propia cuenta la profesión de fe que un día alguien más hizo en nombre de ellos.
Pero la experiencia nos enseña que esta fidelidad no debe darse por hecha, que esta ratificación de ningún modo está garantizada.
Ese fue el motivo que hizo que María viniera a La Salette. Ella pronunció algunas palabras desafiantes, pero no tanto como aquellas que encontramos en el Evangelio de hoy. Jesús pide de nosotros una lealtad absoluta y total. Tenemos que cargar con nuestra cruz. Ese es el precio del discipulado.
No debe sorprendernos el hecho de que muchas personas no están dispuestas a aceptar este pedido, tanto hoy como en el mundo grecorromano y asiático donde el Evangelio fue predicado, primeramente.
En la Salette, Nuestra Señora siente pesar por la situación en la que su pueblo ha caído, materialmente y espiritualmente; ella no soporta ver el dominio del pecado y de la muerte sobre la vida de ese su pueblo. Ella llora porque han perdido el respeto por su Hijo y por las cosas de Dios. El Bautismo ya no tiene ningún valor para ellos.
Pero también muestra determinación. Ella no se quedará tranquila dejándoles sufrir las consecuencias del pecado.
Sobre su pecho lleva un Cristo crucificado, para que nos acordáramos de aquel que murió por nuestros pecados y que hizo tanto para que de verdad nosotros podamos vivir. El costo del discipulado no puede compararse con el precio que Jesús pagó para salvarnos.
Cuál dominio habremos de elegir: ¿El de Cristo o el del pecado?