Martillo y Tenazas
(6to Domingo Ordinario: Eclesiástico 15:15-20; 1 Corintios 2:6-10; Mateo 5:17-37)
Entre las características más distintivas de la Aparición de Nuestra Señora de La Salette, como es bien sabido, están el martillo y las tenazas sobre ambos lados del crucifijo.
La gente que los ve por primera vez pregunta siempre por el significado que tienen. Ustedes están familiarizados con la interpretación tradicional, pero yo creo que podría ser de más ayuda responder con otra pregunta. Supongamos que María se hubiera dejado ver por los niños sin decir palabra, ¿Cómo podríamos nosotros entender el propósito de su visita?
Las herramientas del carpintero por sí solas no tienen un significado especial. Pero, al estar asociadas con el Crucificado, están conectadas con la Pasión de Jesús, en la que fueron usadas con propósitos distintos.
No es de extrañarse que hayan sido siempre explicadas como llamándonos a elegir entre la vida y la muerte, como leemos hoy en la lectura de Eclesiástico, que parafrasea el discurso de Moisés en Deuteronomio 30:15.
Todas las lecturas de hoy tratan de la elección. El salmista elige la fidelidad a los estatutos de Dios; Pablo ha optado por “una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta”; y Jesús dice cuatro veces, “Ustedes han oído ... pero Yo les digo”, pidiendo nuestra lealtad a sus enseñanzas.
Tendemos a ver la elección como una cuestión moral, y a menudo ese es el caso. Esa es ciertamente la perspectiva de Eclesiástico. Es fácil olvidar que el Sermón de la Montaña es más exigente que los Mandamientos. Eso es lo que Jesús quiso decir al afirmar, “Les aseguro que, si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos”.
Aun así, lo que dice Eclesiástico es cierto: “A nadie le ordenó ser impío ni dio a nadie autorización para pecar”. Así que, cuando pecamos, es porque podemos elegir. Pudieran existir circunstancias mitigantes, por supuesto, especialmente si no somos verdaderamente libres.
Dicho esto, ante cualquier decisión concreta debe haber una resolución fundamental de base: como discípulos de Cristo, luchar con todo nuestro corazón para vivir según su palabra.
Eso es lo que la Bella Señora vino a decirnos. Nos puso delante una elección: no someterse, con sus consecuencias, o convertirse, con sus beneficios. Opuestos exactos, tal como el martillo y las tenazas.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.