P. Rene Butler MS - Cuarto Domingo de Pascua - Pertenencia

Pertenencia
(Cuarto Domingo de Pascua: Hechos 4:8-12; 1 Juan 3:1-2; Juan10:11-18)
Este es el Domingo del Buen Pastor. Cada uno de los tres años del ciclo litúrgico – el cuarto domingo de Pascua – en el que escuchamos una porción diferente de Juan 10, donde Jesús se llama a si mismo Pastor.
“Yo conozco a los míos y lo míos me conocen” dice Jesús, este es el fundamento de confianza para aquellos que le siguen. Ellos saben que son suyos; él nunca los abandonará. El Pastor y su rebaño se pertenecen el uno al otro. Cuantas veces Dios promete, “Yo seré su Dios, ustedes serán mi pueblo.
En su primera carta, San Juan usa una figura diferente: “Ahora somos hijos de Dios” Esto también es una invitación a confiar.
“Acérquense hijos míos, no tengan miedo” Nuestra Señora de la Salette hace de Maximino y Melania sus propios hijos, y por medio de ellos también hace lo mismo con todos nosotros, somos aquellos a los que ella llama “mi pueblo.” Ella es nuestra y nosotros suyos. Los niños primeramente estaban asustados, pero luego se acercaron a ella con una perfecta confianza. Aunque mucho de lo que ella les dijo no era agradable al oído, no les inspiró miedo.
San Pedro en su discurso urge enérgicamente a sus oyentes a que pongan su confianza en Jesús. “No hay salvación por medio de nadie más; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»
En el rito del bautismo de niños, el sacerdote se dirige al niño con las palabras, “La comunidad Cristiana te recibe con gran alegría. En nombre de la comunidad te entrego a Cristo nuestro salvador con la señal de su cruz” El niño y el Salvador se pertenecen el uno al otro, así también el niño y la comunidad cristiana. Esto significa que cada uno puede esperar algo de parte del otro.
En los Evangelios, Jesús nos dice que las personas de fe deben esperar que Dios oiga sus oraciones, En Hebreos 4:16 leemos: “Acerquémonos con confianza al trono de gracia para recibir y encontrar la gracia de una ayuda oportuna”. (A propósito, este versículo, solía usarse como introito para la Misa en honor a Nuestra Señora de La Salette)
Entregados a Dios, le pertenecemos y le debemos obediencia y respeto. Esto no es una cosa tediosa. Es parte de la confianza que colocamos en el Buen Pastor.
Pertenecemos al rebaño de Cristo, a los hijos de Dios, al pueblo de María. ¿Por qué habríamos de temer?
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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