P. Rene Butler MS - Vigésimo sexto domingo- Expectativas

Expectativas
(Vigésimo sexto domingo del Tiempo Ordinario: Ezequiel 18:25-28; Filipenses 2:1-11; Mate0 21:28-32)
“Cuando encontraban las papas arruinadas, juraban metiendo en medio el nombre de mi Hijo.” Estas palabras de Nuestra Señora de La Salette son muy parecidas a las del profeta Ezequiel: “¡Ustedes dicen: el proceder del Señor no es justo!”
Esta semana nos confrontamos una vez más con el tema de la Justicia de Dios. Es un asunto de expectativa.
Jesús tenía una sola expectativa en su vida: hacer la voluntad del Padre. Aun cuando, en el Jardín de Getsemaní, pidió ser liberado del sufrimiento venidero, no había indicios de culpar a nadie. Él era, como San Pablo escribe, obediente hasta la muerte.
Como la parábola en el Evangelio de hoy, el mensaje de La Salette nos presenta escenarios opuestos – el rechazo a someterse a la voluntad de Dios, por un lado, y la conversión por el otro – solo uno es el aceptable.
El sufrimiento es un gran misterio, y Jesús espera que sus discípulos carguen con su cruz. La respuesta cristiana al sufrimiento puede ser el cuestionarse del por qué, o pedir ser librado – o la conversión. La parábola reconoce que la gente puede cambiar. El mensaje de La Salette contiene la misma expectativa.
La conversión, volver al Señor, no necesariamente disminuye el sufrimiento, ni da una respuesta al problema del dolor. Lo que hace es simplemente dejar entrar a Dios.
Esto es lo que en verdad la Bella Señora está pidiendo. Por medio de la oración, la adoración, la reverencia, podemos abrir la puesta e invitar al Señor a que entre en nuestras vidas. Ya sea en dolor o en paz.
Nos daremos cuenta de que el Señor ha estado allí todo el tiempo. Esperando que reconozcamos su presencia.
Ezequiel dice que quien quiera que dejando el pecado retorne al Señor “seguramente” vivirá. El hebreo usa aquí dos formas del verbo “vivir” que podría ser traducido literalmente como “viviendo el vivirá”, o “el vivirá para vivir”, Sugiere más que solamente estar vivo, una nueva intensidad de vida.
“Si se convierten… las papas aparecerán sembradas por los campos” dice María. Si volvemos al Señor con todo nuestro corazón, aunque nuestras vidas estén lejos de ser fáciles, conoceremos su bendición.
Esa es nuestra expectativa cristiana. Se llama esperanza.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.

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