P. Rene Butler MS - Séptimo Domingo de Pascua - Tristeza y alegría


(Séptimo Domingo de Pascua: Hechos 1:12-14; 1 Pedro 4:13-16; Juan 17:1-11. NOTA: Las lecturas de la Ascensión son diferentes.)
El último discurso extendido de Jesús en el Evangelio de Juan termina con una larga oración, que incluye estas palabras: “He manifestado tu nombre a los hombres que separaste del mundo para confiármelos: eran tuyos y me los confiaste y han cumplido tus palabras.”
Con el tiempo, la situación se fue deteriorando. Algunos expertos afirman que cuando el cristianismo que convirtió en la religión oficial del Imperio Romano, allá por el siglo cuarto, perdió su fervor. Muchos se convirtieron en cristianos porque era ventajoso hacerlo – era como ser hoy portador de la tarjeta del Partido en los países comunistas.
Como fuera, el cristianismo en la Francia de 1846, había perdido ciertamente su fervor. Una Bella Señora se apareció sobre una montaña con la esperanza de restaurarlo. Ello usó palabras como “mi pueblo” reminiscencias de las palabras de Jesús “Aquellos que me has confiado”. Ella, también rezó por ellos, así como dijo, “sin cesar”
En aquellos días había poca ventaja real en el hecho de ser cristiano. La observancia del día de Reposo, por ejemplo, parecía contraproducente en un mundo donde había tanta pobreza, complicada aún más por la amenaza del hambre. No había ciertamente nada de ese regocijarse “en la medida en que ustedes comparten los sufrimientos de Cristo” recomendado por San Pedro.
Podemos poner el grito en el cielo y lamentarnos a cerca de la situación de la religión en el mundo de hoy, pero eso no ayuda. Podemos unirnos a María en la oración “sin cesar” para un redescubrir de la fe, o un retorno a la fe, o para una profundización de la fe.
La lista de nombres en los Hechos de los Apóstoles nos brinda esperanza, especialmente estando María en medio de aquellos que se reunían en oración. Hay una larga lista no escrita de nombres de aquellos que han sido y continúan siendo fieles discípulos. Nuestra Señora de La Salette vino a atraer de nuevo a otros y llevarlos al discipulado.
En una homilía reciente, el Papa Francisco dijo: “Cuando María pone a Jesús en medio de su pueblo, este encuentra la alegría”.
María se apareció llorando en un punto aislado de los Alpes. Pero ella conserva su título de, “Causa de nuestra alegría” ¡Piensa en su alegría cuando su pueblo le da de nuevo la bienvenida a su Hijo en medio de ellos!

Print Friendly, PDF & Email
Go to top