Lo Mejor está por Venir
(5to Domingo de Cuaresma: Isaías 43:16-21; Filipenses 3:8-14; Juan 8:1-11)
San Pablo relata que aceptó la perdida de todas las cosas por la causa de Cristo. ¿Qué cosas? En los versículos inmediatamente anteriores a este pasaje, el declara: “En lo que se refiere a la justicia que procede de la Ley, era de una conducta irreprochable.” Él era un fariseo perfecto, en el mejor sentido de la palabra, alguien que amaba la Ley de Dios y se esforzaba en cumplirla cabalmente.
En su mundo aquello representaba una enorme pérdida, pero comparada con “el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús” llegó a considerarla un “desperdicio”. Y concluye: “Olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús”.
Isaías va bastante más lejos tanto como para decirnos que hay que olvidar los antiguos portentos de Dios, porque lo que está por venir es aún más grandioso: “¡Estoy por hacer algo nuevo!”
El relato del Evangelio de hoy es usualmente titulado como La Mujer Sorprendida en Adulterio. Sin embargo, en el espíritu de las lecturas de hoy, deberíamos cambiarlo por La Mujer salvada por Jesús.Salvada de dos cosas: de la lapidación y del pecado. Debemos creer que al mismo tiempo que le decía, “Vete, no peques más en adelante,” le abrió la posibilidad de tener una nueva vida. Su futuro llegará a ser más importante que su pasado.
Este es el objetivo de la conversión que a su vez es el punto central de la Cuaresma. Esta fue la esperanza de la Bella Señora al venir a La Salette. Su pueblo fue “sorprendido” en sus pecados y estaban enfrentando el castigo debido. Su hijo estaba una vez más en la posición de ejercer la sentencia o de ofrecer la salvación. Su preferencia es clara, y el mensaje para nosotros es el mismo que el dado a la mujer: “Vete, no peques más en adelante”.
Pero ¿esto es realmente posible? De hecho, lo es. El pecado significa darle la espalda a Dios. La conversión significa volver a él una vez más, buscando su gracia y su fortaleza, redescubriendo la alegría de su amor y poniendo en práctica aquel amor. Nuestra vida cristiana tendrá sus imperfecciones, pero el vivir en Cristo nos hará ser conscientes de que es él quien salva. Con lágrimas sembramos, pero por su poder, con regocijo cosecharemos.
La Salette nos invita a estar convencidos de que lo mejor está por venir.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.