Yo hago nuevas todas las cosas
(5to Domingo de Pascua: Hechos 14:21-27; Apocalipsis 21:1-5; Juan 13:31-35)
Las últimas palabras de la lectura del Apocalipsis de hoy, “Miren, yo hago nuevas todas las cosas”, parecen irradiarse por toda la liturgia de hoy. La palabra “nuevo” aparece al menos ocho veces; tres en las antífonas y en las oraciones, una vez en el Evangelio, y cuatros veces en la segunda lectura.
Hemos estado celebrando la Pascua ya por cuatro semanas completas. Nos quedan tres más. Ojalá sigamos repletos de la alegría y de la novedad de la resurrección.
Jesús les da a sus discípulos un mandamiento nuevo, y llega incluso a decirles, “En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”. La fiel observancia de esta ley de amor es ciertamente un desafío, pero debería llevarnos de manera más natural a guardar el resto de los mandamientos. Esta ley crea el corazón nuevo, prometido por Ezequiel (26:36)
Nadie puede dudar de que fue el amor lo que motivó a Nuestra Señora a aparecerse en La Salette. Como la luz de la aparición, su amor, también, es un reflejo del amor que se irradia desde la imagen de su Hijo crucificado, el que murió y resucitó por nosotros. Ella nos está diciendo, “Yo los amo tanto como los ama mi Hijo”. Ella promete una nueva manifestación de la ternura y del poder de Dios.
Al hacerle un llamado a su pueblo para que se aleje del pecado y vuelva a las prácticas por las cuales seríamos reconocidos como cristianos católicos, ella estaba, así como Pablo y Bernabé en la primera lectura, exhortándoles “a perseverar en la fe”.
Podemos hacer lo mismo. Algunos lectores de esta reflexión son misioneros, llevando el Evangelio a las gentes de otras tierras. La mayoría de nosotros necesitamos solamente salir de nuestras casas y corazones para encontrarnos con las personas y, con palabras o acciones “reconfortarlas”. De todos modos, siempre es un desafío cumplir con los mandamientos.
Queremos contribuir a la manifestación del nuevo cielo y la nueva tierra, aquí y ahora. El salmo expresa nuestra esperanza: “Señor, que tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder”.
“Todo lo de antes pasó”, dice el Señor, y al mismo tiempo nos ofrece cosas nuevas: cielo, tierra, corazones, valentía renovada….
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.