Nuestra Historia y la de Ellos
(Epifanía: Isaías 60:1-6; Efesios 3:2-6; Mateo 2:1-12)
El relato de los Magos es una de las narrativas más conocidas de la Biblia. No deja de encantarnos, pero también nos invita a hacer una reflexión personal.
Al mirar tu pasado, ¿puedes recordar quién o qué fue tu estrella de Belén, y que te condujo hacia Jesús? Muchos cristianos famosos han descrito las circunstancias de sus conversiones. Todos ellos hablan de una experiencia clave o de un encuentro significativo. Súmate a esa conversación. Pregúntate: ¿Quién, Qué, Cuándo, Dónde, Cómo?
Llegados a Jerusalén, los Magos perdieron de vista la estrella, y tuvieron que confiar en las indicaciones de los eruditos de la Sagrada Escritura. Después, “La estrella que habían visto en Oriente los precedía... Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría”. Intenta revivir tu propia experiencia de gozo, aquella que tuviste cuando descubriste tu fe en Cristo Jesús.
Nuestra alegría sería aún más grande si todos los que nos rodean la compartieran. Es difícil entender por qué algunas de las personas que amamos nunca llegaron a saber lo que es creer profundamente. En nuestro contexto Saletense, es aquí donde experimentamos el desafío más grande que es “hacer conocer el mensaje”.
Los Magos, postrándose ante el niño, le rindieron homenaje. En nuestro caso, esto podría representar los sentimientos iniciales de culpa por pecados pasados, o la gratitud por las bendiciones ignoradas, o el asombrarse: ¿Por qué yo?
“Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra” ¿Qué tesoros trajiste, qué dones le ofreciste?
Al responder a esa pregunta, considera la oración del ofertorio de la Misa: “Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este pan, que recibimos de tu generosidad”.
San Pablo les escribe a los Efesios acerca de “la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes”. Somos mayordomos, no dueños, de nuestros dones; estos han sido confiados a nosotros para el servicio.
El Señor nos ayudará a discernir cuales de nuestros dones cumplirán mejor su voluntad. ¿ Es posible para nosotros el pensar que nuestro carisma saletense no estuviera entre ellos?
Él también nos concederá el deseo, quizá hasta la necesidad, de servir a su pueblo por medio de la acción y de la oración.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.