Llamado a la Integridad
(Trigésimo primer Domingo del tiempo ordinario: Malaquías 1:14-2:10; 1 Tesalonicenses 2:7-13; Mateo 23:1-12)
La reflexión de hoy se sale del camino conocido.
Las palabras fuertes de Malaquías a los sacerdotes de su tiempo, y la crítica de Jesús a los escribas me hicieron recordar de un curioso y tangencial episodio en la historia de La Salette.
Durante su Aparición, Nuestra Señora de La Salette habló en privado a cada uno de los niños, diciéndoles que no compartan con nadie aquello que acababa de decirles.
Estos “secretos” no fueron incluidos en la aprobación de la Aparición hecha por el Obispo en 1851, y los Misioneros de Nuestra Señora de La Salette son, por decirlo así, alérgicos a esos secretos y demuestran poco interés en ellos.
En 1851, Maximino y Melania fueron persuadidos a escribir sus secretos para el Papa. Más tarde esas cartas se perdieron, y fueron redescubiertas solamente en 1999.
El secreto de Melania contenía lo siguiente: “Los Sacerdotes y las Religiosas, y los verdaderos siervos de mi hijo serán perseguidos, y muchos morirán por su fe en Jesucristo… Entre los Ministros de Dios y las novias de Jesucristo, habrá algunos que se entregaran al desorden, y eso será algo terrible”
Pero 28 años después, en 1879, Melania publicó una versión mucho más larga, comenzaba así: “Los Sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes por su mala vida y por su falta de piedad al celebrar los sagrados misterios, por su amor al dinero, honores y placeres, se han convertido en alcantarillas de impureza”. No se menciona a los que morirán por su fe.
Lo últimos Papas – Francisco, Benedicto XVI y Juan Pablo II – se han comprometido a reparar el gran daño causado, especialmente, pero no exclusivamente a los niños, sino también a la Iglesia, por sacerdotes y religiosos.
San Pablo, por otro lado, nunca desestimando su ministerio, escribe: “Los hemos tratado con delicadeza, como una madre que cuida a sus hijos… trabajando día y noche para no ser una carga para ninguno de ustedes, les hemos anunciado el Evangelio de Dios.” Hay pasajes similares en muchas de sus cartas.
Dios conceda que cosas parecidas sean escritas en letras negrillas, por decirlo así, en la vida de todos los que dedican sus vidas al servicio de Dios y de su pueblo.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.