Lo Nuevo y lo Antiguo
(Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario: Deuteronomio 18:15-20; 1 Corintios 7:32-35; Marcos 1:21-28)
Jesús fue, por decir lo menos, una personalidad interesante, un fenómeno. La gente estaba asombrada por su poder y la autoridad con las que presentaba una nueva enseñanza.
En nuestra segunda lectura, nos encontramos una específica y nueva enseñanza, una novedosa idea presentada por San Pablo. Él pensaba que era mejor no casarse, y de ese modo dedicarse personalmente más a agradar a Dios que a agradar a una esposa o un esposo.
Eso era hace ya casi 2000 años. Mientras que la mayor parte de los escritos de San Pablo son normativos para la fe cristiana. Su idea sobre el matrimonio realmente nunca pegó fuerte. Las enseñanzas de Jesús, por supuesto que han estado vigentes por un muy largo tiempo. En un sentido, las Buenas Nuevas ya no lo son más.
Cuando María les dijo a Maximino y Melania, “Estoy aquí para contarles una gran noticia” Ella realmente no tenía nada nuevo para decir, pero lo que ella tenía para decir era de vital importancia, aun sin ser nuevo. Su mensaje se hace eco de las Buenas Nuevas, como también del Antiguo Testamente. Pero ella no solo repitió las enseñanzas de la Biblia; ella quiso que nosotros las escucháramos de una manera nueva. Aquí está el enfoque profético.
Si leemos a Isaías, Jeremías y Ezequiel, encontraremos un mensaje muy similar, pero el lenguaje y la personalidad de cada uno de estos profetas es diferente. ¡Cuán cierto también es esto con respecto a la Bella Señora!
Podríamos razonablemente esperar alguna similitud entre sus palabras y las Lamentaciones de Jeremías, y así la trágica imagen de niños muriendo se nos presenta con bastante frecuencia. En Jeremías 14,17 leemos, “Que mis ojos se llenen de lágrimas, día y noche, sin descanso” Esto nos hace evocar no solamente el llanto de María sino también las oraciones que sin cesar ella hace por nosotros.
Con todo, ciertas dimensiones de la Aparición son únicas: los inusuales elementos en la vestimenta de María, su elección de los testigos. La novedad de su mensaje yace en la directa aplicación a los acontecimientos del tiempo vigente. Los críticos dicen que las papas no son un asunto apropiado como para que la Santísima Virgen se refiera a ellas. Bastante cierto, en lo abstracto, quizá, pero las papas y el trigo representaban la vida para su pueblo, así que constituían una manera efectiva de captar la atención de aquel pueblo.
La “nueva enseñanza” de Jesús es antigua pero no vieja, nunca pasada. La Salette nos hace recordar la importancia de encontrar nuevas y más efectivas maneras de anunciarla.
Traducción: Hno. Moisés Rueda, M.S.