Carta - Páscoa 2024
Santa Páscoa 2024 “Nosso Redentor ressuscitou dos mortos: cantemos hinos ao Senhor nosso Deus, Aleluia”   (Da liturgia) Queridos irmãos, com a chegada da Santa Páscoa, gostaria de chegar idealmente a cada um de... Czytaj więcej
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(Séptimo Domingo de Pascua: Hechos 1:12-14; 1 Pedro 4:13-16; Juan 17:1-11. NOTA: Las lecturas de la Ascensión son diferentes.)
El último discurso extendido de Jesús en el Evangelio de Juan termina con una larga oración, que incluye estas palabras: “He manifestado tu nombre a los hombres que separaste del mundo para confiármelos: eran tuyos y me los confiaste y han cumplido tus palabras.”
Con el tiempo, la situación se fue deteriorando. Algunos expertos afirman que cuando el cristianismo que convirtió en la religión oficial del Imperio Romano, allá por el siglo cuarto, perdió su fervor. Muchos se convirtieron en cristianos porque era ventajoso hacerlo – era como ser hoy portador de la tarjeta del Partido en los países comunistas.
Como fuera, el cristianismo en la Francia de 1846, había perdido ciertamente su fervor. Una Bella Señora se apareció sobre una montaña con la esperanza de restaurarlo. Ello usó palabras como “mi pueblo” reminiscencias de las palabras de Jesús “Aquellos que me has confiado”. Ella, también rezó por ellos, así como dijo, “sin cesar”
En aquellos días había poca ventaja real en el hecho de ser cristiano. La observancia del día de Reposo, por ejemplo, parecía contraproducente en un mundo donde había tanta pobreza, complicada aún más por la amenaza del hambre. No había ciertamente nada de ese regocijarse “en la medida en que ustedes comparten los sufrimientos de Cristo” recomendado por San Pedro.
Podemos poner el grito en el cielo y lamentarnos a cerca de la situación de la religión en el mundo de hoy, pero eso no ayuda. Podemos unirnos a María en la oración “sin cesar” para un redescubrir de la fe, o un retorno a la fe, o para una profundización de la fe.
La lista de nombres en los Hechos de los Apóstoles nos brinda esperanza, especialmente estando María en medio de aquellos que se reunían en oración. Hay una larga lista no escrita de nombres de aquellos que han sido y continúan siendo fieles discípulos. Nuestra Señora de La Salette vino a atraer de nuevo a otros y llevarlos al discipulado.
En una homilía reciente, el Papa Francisco dijo: “Cuando María pone a Jesús en medio de su pueblo, este encuentra la alegría”.
María se apareció llorando en un punto aislado de los Alpes. Pero ella conserva su título de, “Causa de nuestra alegría” ¡Piensa en su alegría cuando su pueblo le da de nuevo la bienvenida a su Hijo en medio de ellos!

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(Sexto Domingo de Pascua: Hechos 8:5-17; 1 Pedro 3:15-18; Juan 14:15-21)
El texto de nuestro Evangelio comienza con, “Si me aman, guardaran mis mandamientos” y termina con. “El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.”

Nos hemos acostumbrado al mensaje reconfortante del amor incondicional de Dios. Pero aquí parece que Jesús está colocando una condición a su amor, y es el guardar sus mandamientos. Esto podría ponernos en conflicto cuando estamos particularmente conscientes de nuestra pecaminosidad. ¿Podríamos alguna vez llegar e estar completamente separados del amor de Dios? La respuesta es por supuesto un enfático NO.

Pero una inquietud parecida surge cuando la gente escucha por primera vez el mensaje de La Salette. Después de llamar a los niños hacia ella, Nuestra Señora dijo: “Si mi pueblo no quiere someterse, me veré obligada a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y tan pesado que no puedo sostenerlo más”

¿Qué hacer con esto? Es impensable que María esté tratando de impedir que un Jesús enojado vaya a infligirnos un castigo. Él es el Salvador; él puso nuestras culpas y castigos sobre sí mismo.

Muchos intentos se han hecho para dar una explicación más allá del significado obvio de las palabras de Nuestra Señora. Relatos tempranos de la Aparición a veces tienen la palabra “mano” en lugar de “brazo” y “sostener” en lugar de “retener”, pero eso parece ser una diferencia menor.

Isaías 5:25 dice esto: "Por eso se ha encendido la ira de Yahveh contra su pueblo, extendió su mano sobre él y lo golpeó... Con todo eso, no se ha calmado su ira, y aún sigue extendida su mano"

Como el profeta, la Bella Señora usa una imagen familiar para su “audiencia”. Desafortunadamente aquel era en un tiempo y un mundo en el que la disciplina física severa y la violencia doméstica eran comunes. Habiéndose aparecido en nuestros tiempos y en un mundo como el nuestro, sin duda hubiera usado una imagen diferente.
Sería interesante especular sobre cuál podría ser esa imagen. Tendría que ser lo bastante impactante como para poder atraer nuestra atención y lo bastante fuerte como para convencer a la “audiencia” de nuestros días sobre la urgencia de volvernos hacia Dios.

Una vez alcanzada la meta. No hay miedo. “El amor perfecto aleja el miedo” dejando “gran alegría”.

Traducido por Hno Moisés Rueda, M.S.

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La Pregunta
(Cuarto domingo de Pascua: Hechos 2:36-41; 1 Pedro 2:20-25; Juan 10:1-10)
En la literatura universal, sin lugar a dudas la cita más famosa es: “Ser o no ser: esa es la pregunta” El Hamlet de Shakespeare atravesaba un por un momento decisivo en su vida.
Hay otra importante pregunta que se hace patente en momentos decisivos del Nuevo Testamento. Una pregunta hecha por los discípulos de Juan el Bautista en Lc 3, versos 10, 12 y 14; por Saulo en el camino de Damasco en Hechos 22, 10; y en la primera lectura de hoy:¿“A dónde iremos”?
El momento de la verdad ha llegado. Las personas que escuchando a Pedro ha llegado a darse cuenta de su error al crucificar a Jesús, tuvieron la certeza de que algo tenía que cambiar. La respuesta a esta pregunta era vital.
Es ese día, la respuesta era: “Arrepiéntanse y háganse bautizar”
En realidad, esta pregunta debe aparecer con más frecuencia de cómo lo hace. Cada vez que escuchamos la Escritura, deberíamos preguntarnos qué es lo que ella significa para nosotros.
Por ejemplo, en el Evangelio de hoy Jesús dice: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Pregunta al Buen Pastor, “¿Qué debo hacer?” en otras palabras, ¿Qué diferencia debería marcar esto en mi vida?
Ahora, muchos de los que sí se arrepintieron y fueron bautizados en Hechos 2, se vieron perseguidos a causa de su fe y bien podrían preguntarse otra vez, “¿Qué debemos hacer? Pedro responde, en la segunda lectura, “Cristo también sufrió por ustedes, dejándoles un ejemplo”
Desde 1846 hasta nuestros días, mucha gente al escuchar el relato de La Salette por primera vez se ha preguntado. “¿Qué debo hacer?” Este es un punto que marca un cambio, pero ¿A dónde ir a partir de ese momento? Para algunos la respuesta incluye “Arrepentimiento” Para otros, pudiera ser una llamada a dedicar sus vidas de algún modo a la causa de la Reconciliación, la cual yace en el centro mismo del mensaje de María.
Si tu últimamente no has leído el relato de La Salette. Pudiera ser una buena idea volver a conectarte con ese relato. Como sucede con las Escrituras, escuchamos el Mensaje de manera diferente conforme vamos envejeciendo y las circunstancias de nuestra vida van cambiando. Mira con atención que parte del relato o del Mensaje que toca de manera nueva y profunda.
Y luego pregúntate, “¿Qué debo hacer?”

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